El resultado se veía venir. La división del PSPV se confirmó ayer a mediodía, cuando diez valencianos del comité federal del PSOE votaron a favor de abstenerse a una investidura de Mariano Rajoy y ocho miembros de la representación valenciana se posicionaron en contra, siendo fieles al manido «no es no» a un nuevo gobierno popular.

Aunque estaba clara su postura, Ximo Puig no quiso hacer declaraciones públicas al respecto antes del comité, celebrado en Madrid. El presidente del Consell votó a favor de que el grupo socialista en el Congreso facilite la investidura de Rajoy en la segunda votación del segundo intento de investidura, para «desbloquear» la situación y evitar así unas terceras elecciones. Se trataría de un mal menor ante unos nuevos comicios que podrían dar la mayoría al PP y a los que el PSOE llegaría «muy tocado».

Puig dio libertad de voto a los socialistas valencianos, pero declaró que él actuaba como presidente de la Generalitat en aras de «los intereses de todos los valencianos».

El presidente aludió a estudios demoscópicos internos que apuntan a que el 65,7 % de los valencianos rechazan unas nuevas elecciones, como también el 60 % de los votantes del PSOE. Estos datos coinciden con la encuesta publicada hace dos semanas por Levante-EMV, en la que dos de cada tres valencianos preferían «cualquier tipo de pacto» antes que volver a votar.

Ximo Puig se encuentra en una situación sensible, ya que gobierna junto a Compromís y con el apoyo de Podemos. Así, a pesar de que su voto se dilucidó durante los últimos días, el presidente no ha querido hacer declaraciones al respecto, y durante el comité declinó tomar la palabra para defender su postura, como sí hicieron una cincuentena de dirigentes socialistas. «Nosotros no somos los que tenemos que pilotar esto», fueron de las pocas palabras que dijo ayer. Quizás para no levantar suspicacias con sus socios políticos -en el caso de la C. Valenciana, en el Pacte del Botànic- o también porque la federación valenciana no tenía una única opinión que exponer. Como el suyo, destacó el silencio de Javier Lambán, presidente de Aragón, y de Emiliano García-Page, líder del ejecutivo de Castilla La-Mancha, ambos también partidarios de la abstención y aupados por Podemos al poder en sus autonomías.

La militancia, en los discursos

De la representación valenciana sí se pronunciaron Ciprià Císcar, Andrés Perelló y José Luis Ábalos para defender sus posturas. Císcar, que votó a favor de abstenerse en la investidura de Rajoy, recordó a los socialistas vascos y catalanes que no es la primera vez que el PSOE apoya a la derecha, ya que el PSC hizo presidente a Artur Mas en 2010; y Patxi López pactó con el PP para ser lehendakari, aunque en esos casos fue en el ámbito autonómico, y no para formar un Gobierno en España.

Por el contrario, José Luis Ábalos y Andrés Perelló votaron «no». Perelló se alineó con Josep Borrell, Francina Armengol y Patxi López, y pidió más autocrítica dentro del partido. Además, lamentó la falta de participación de la militancia. «Si tan excepcional es la situación, haber consultado a los militantes (...), a los que no solo humilláis no consultándoles, sino que desconsideráis su fuerza», aseguró. Además, también vaticinó que Rajoy no aguantará una legislatura de cuatro años, por lo que «convocará elecciones cuando le convenga, y será cuando menos le conviene al PSOE». Ábalos también lamentó que la militancia «se ha dejado ausente». Él se presentó como «la voz» de los militantes porque «ha de ser considerada». «Hacer lo contrario sería aumentar la frustración de las bases», manifestó.

Puig tuvo el respaldo de dirigentes históricos, como Lerma o Císcar, y José Muñoz, de la gestora; pero no le siguieron Manolo Mata, síndic en las Corts, o Gabriel Echávarri, alcalde de Alicante, entre otros.