Ni esparcir las cenizas, ni guardarlas en casa, ni repartirlas entre los familiares. La Iglesia asegura que los restos de sus fieles deben descansar en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio. Ya sea bajo tierra, en un nicho o en un columbario. Así consta en el documento «Instrucción Ad resurgendum cum Christo» que prohíbe esparcir las cenizas «en el aire, en la tierra, en el agua o en cualquier otra forma» o «convertirlas en recuerdos, en piezas de joyería o en otros artículos».

Sin embargo, cada día son más las personas que prefieren dormir el sueño eterno convertidos en polvo. Lo asegura la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef) que estima que en el año 2025 el 60 % de la población elegirá esta opción. En la actualidad la incineración ya es la opción elegida por más del 36 % de los fallecidos. En las localidades urbanas, además, la incineración es muy superior a las cifras que se manejan en zonas rurales y alcanzan hasta un 70 % en las capitales de provincia.

Por ello, tras la nueva orden de la Iglesia que recuerda a sus fieles qué deben hacer -o mejor dicho qué es lo que no deben hacer- con las cenizas, la entidad que agrupa a las empresas que operan en el sector no ha dudado en salir a la palestra para recordar que hace años que exigen «una ley nacional que regule el destino final de las cenizas, entre otros aspectos».

«El sector precisa de una ley nacional, consensuada por todas las partes, que nos permita trabajar en igualdad de condiciones y en la que se defiendan los derechos de las familias que necesiten de nuestros servicios. Creemos que esta ley, en la que se debería tener en cuenta el aspecto sanitario de nuestro trabajo, nos permitiría seguir avanzando en la profesionalidad del sector y seguir mejorando el servicio que ofrecemos a las familias», explicó ayer el presidente de Panasef, Juan Vicente Sánchez-Araña.

Respecto al documento de la Iglesia católica, desde Panasef insistieron en que la entidad «defiende la libertad de creencias religiosas de las familias que solicitan nuestros servicios y, por lo tanto, respetamos la libre decisión de esparcir o no las cenizas de sus fallecidos». Sin embargo, el presidente de la asociación hizo especial hincapié en «el respeto al medio ambiente» y en este sentido, advirtió de la práctica de lanzar al mar las cenizas con la urna funeraria incluida, sobre todo, si ésta no es biodegradable.

¿Cuánto cuesta morirse?

La pregunta es obligada. ¿Cuánto cuesta morirse? Las compañías aseguradores estiman el coste de un sepelio entre los 2.000 y los 3.000 euros, independientemente de si se opta por una incineración o por un entierro. Por ello, la mitad de la población tiene un seguro de decesos cuya cuantía se establece por diversas variables, según la Asociación Empresarial del Seguro (Unespa).

Ahora bien, este coste no solo lo compone la retribución a las empresas funerarias (donde sí es evidente que un féretro y una lápida de mármol tienen un coste mayor que una urna y una placa en el columbario). Sin embargo, los seguros de decesos incluyen la prestación de servicios como el traslado del difunto, el velatorio, la gestión del certificado médico o la tanatoestética, entre otros.