Los presupuestos de la Generalitat para 2017 serán restringidos, pero no tanto cómo llegó a barajarse en un principio. El conseller de Hacienda, Vicent Soler, ha optado por dar algo de margen de gasto a las conselleries que no podrán cumplir todas sus aspiraciones, pero al menos no se quedarán con un presupuesto de subsistencia.

Tal como ha venido informando este diario, el proyecto presupuestario ha sido objeto de arduas negociaciones y fruto de un tira y afloja entre quienes en el Consell apostaban por plantar cara a las exigencias de austeridad del ministro Cristóbal Montoro y quienes tienen la responsabilidad de cuadrar unas cuentas que cumplan con la ley de estabilidad. Al final, se ha llegado a una entente cordial ya que el presupuesto no se congelará y crecerá de forma moderada en torno al 3 %. El rechazo a la congelación fue asumida el pasado jueves por el conseller Soler en las Corts y 24 horas después, la vicepresidenta Mónica Oltra lo anunció formalmente.

Precisamente, ambos han protagonizado la discusión sobre qué documento económico llevar a las Corts. Desde el Consell se incide en que no se ha tratado de una discusión entre PSPV y Compromís. Sin embargo, se da la circunstancia de que las conselleries sociales ( Educación y Bienestar Social) son las más condicionadas y están adscritas a la cuota de Compromís.

La previsión es que estos departamentos vean crecer sus fondos. Algunas fuentes apuntaban ayer a que Oltra contará con un 7% de incremento respecto a 2016. Tal como contó este diario, su batalla era lograr que Vicent Soler le dejara presupuestar fondos suficientes para cubrir la dependencia asumiendo en el documento que el Gobierno central cumplirá y asumirá el 50%, tal como le exige la ley.

La otra gran pelea estaba en Educación, junto con Sanidad, uno de los departamentos con mayor nivel de gasto. El departamento de Economía, que dirige Rafa Climent, también se verá recompensado este año, ya que Hacienda quiere inyectar dinero a los sectores productivos.

El acuerdo alcanzado ha permitido pacificar a los consellers, a quienes en su momento Soler pidió dos documentos: uno en el que se plasmara una suerte de presupuesto de subsistencia, y otro, con sus propuestas principales. Sin embargo, la petición de los consellers resultó excesiva y Soler pidió ajustes.