Si los gatos tienen siete vidas, el perro Hércules tiene, por lo menos, dos o tres. Este American Stanford es el primer perro al que le ponen un marcapasos en la Comunitat Valenciana, y uno de los pocos en toda España.

El pasado jueves, Pablo Fernández, cardiólogo veterinario de Aúna Especialidades Veterinarias, y Ángel Ferrero, cardiólogo del Hospital Clínico Universitario de Valencia, operaron al can y le colocaron un marcapasos humano con dos electrodos. «La operación es complicada, pero fue bien. Hubo que anestesiarlo y ahora estamos con los cuidados postoperatorios», explica Fernández.

El Refugio de Minie de Sagunt, trajo a Hércules de Murcia con leishmaniasis, una enfermedad que le había debilitado y le había hecho perder peso. Tras recibir un tratamiento y recuperar kilos, le detectaron problemas de corazón, explican sus cuidadores.

El Hospital Aúna Especialidades Veterinarias es el de referencia en veterinaria, y el caso de Hércules les llegó a través de la clínica que trata a los animales del Refugio de Minie. «Decidimos poner nuestro granito de arena» a la labor del refugio, explica Fernández. Poner marcapasos a perros es una práctica aún poco habitual en España -solo la realizan «dos o tres hospitales de Madrid y Cataluña»-, pero más corriente en países anglosajones, apunta el cardiólogo.

Hércules tenía tos y una arritmia (su corazón latía muy lento) que en cualquier momento le podría provocar un fallo cardíaco. Ahora, si su evolución continua favorable, los médicos esperan «que pueda vivir los máximos años sin desarrollar problemas y con una vida feliz». Por eso, matiza el cardiólogo, también optaron por un modelo novedoso de marcapasos.

Hércules ya pasea tranquilamente por las inmediaciones del hospital, en Paterna, donde estará unos días más. Durante los próximos meses no podrá realizar movimientos bruscos y tendrá que estar «tranquilo». La cirugía no ha sido muy grande, según el equipo médico, ya que se hace a través de la vena yugular, pero «los animales se mueven mucho más» que las personas.

Desde el refugio, a cargo de Rafael Carrillo, destacan que Hércules es «bueno, paciente, jovial... lo tiene todo y no es nada agresivo». Además, aseguran que este perro, de unos cuatro años, «tiene algo especial, tiene imán», y que antes sufrió, ya que a Sagunt llegó «lleno de bocados».

Aunque el hospital de Aúna -al que solo llegan casos remitidos por otros veterinarios­-, se hace cargo de parte de los gastos, el refugio lleva a cabo una campaña de recaudación de fondos, ya que el tratamiento y las pruebas son costosas. En unos meses, esperan que Hércules pueda empezar una nueva vida -otra más- en un nuevo hogar.