El último debate en el seno de Ciudadanos gira sobre la hipotética entrada en el Gobierno de Mariano Rajoy que los diputados naranjas respaldaron con su voto en la investidura. Por ahora, es formalmente una opción rechazada: ¿oportunidad perdida o acierto?

El debate es subterráneo. En la superficie no se constatan discrepancias con la postura reiterada ayer mismo por el líder de la formación, Albert Rivera: no se contempla la entrada en el ejecutivo.

El coordinador de Ciudadanos en la Comunitat Valenciana, Fernando Giner, lo tiene claro. «No se puede formar parte de este gobierno», afirmó ayer a Levante-EMV. Es la línea, recuerda, aprobada por la comisión ejecutiva del partido.

Giner defiende el «sí» que los diputados de C's dieron el pasado sábado a Rajoy en la investidura. Era necesario, arguye, porque «España necesita estabilidad y no unas terceras elecciones». Pero el apoyo no puede ir más allá, agrega, porque «no es un gobierno renovador».

La función de Ciudadanos está, por tanto, en la oposición. Su papel será el de exigir y vigilar para que se cumplan las 150 medidas pactadas entre el PP y el partido naranja. Son las propuestas necesarias, afirma Fernando Giner, para las reformas que urgen en el país.

Reformas, regeneración y centro político. Son los conceptos clave de la estrategia del partido que Giner remarca al responder sobre el debate ante la formación de gobierno.

«Albert Rivera dijo que prefería un pacto por la educación antes que un sillón en Educación y esa es la filosofía del partido. Es lo que los votantes nos han pedido: hacer valer el centro político», apunta el representante de C's y portavoz en el Ayuntamiento de Valencia.

El político catalán es el principal valedor del rechazo a entrar en el ejecutivo estatal, al menos mientras Rajoy esté en la Moncloa.

No obstante, otros miembros de la dirección y dirigentes territoriales le han manifestado en privado las ventajas en cuanto a visibilidad que supondría ocupar alguna cartera ministerial.

Fernando Giner se desmarca de esta visión y da a entender entre líneas que supondría romper el acuerdo tácito con los electores. «Nuestro deber es no defraudar a los votantes», asevera.