En sólo cuatro días han fallecido tres sacerdotes ordenados en la diócesis de Valencia: el sábado murió Vicente Ferrer (71 años), el lunes Jesús Martí (94), y el martes Alfredo Alcoy (89). Es una funesta casualidad que refleja una tendencia entre el clero valenciano: la baja reposición de presbíteros. Un rastreo en los archivos eclesiásticos (que consignan las defunciones y ordenaciones sacerdotales) saca a la luz un dato revelador: en los últimos siete años han sido ordenados 39 curas y han fallecido otros 104 en la archidiócesis de Valencia. Por cada nuevo cura que se ordena fallecen 2,6 presbíteros. La Iglesia valenciana no quiere cruzarse de brazos viendo adelgazar su cantera. Por ello acaba de desplegar una nueva campaña para promocionar las vocaciones religiosas entre niños, adolescentes y jóvenes de la diócesis de Valencia.

El Centro de Orientación Vocacional del arzobispado ha enviado una carta con un tríptico informativo a todos los colegios diocesanos y católicos en la que invitan a los directores a que lleven de excursión a sus alumnos al seminario menor de Xàtiva. Pasan la mañana por la capital de la Costera y luego visitan el seminario para vivir allí un día de convivencia y presenciar el testimonio vocacional de algunos seminaristas. Si no quieren desplazarse a Xàtiva, pueden recibir la visita en su colegio para informarles del camino seminarista y explorar si algún menor siente una vocación religiosa.

Este año, como novedad, el arzobispado pondrá en marcha convivencias vocacionales para adolescentes que, tras una primera aproximación, se planteen la posibilidad del sacerdocio o de la vida consagrada en un monasterio. Durante varios fines de semana convivirán con los seminaristas, participarán de su vida en el seminario y estarán acompañados por los formadores del seminario menor.

Los tres pilares del Centro de Orientación Vocacional siguen en pie. Primero, las convivencias de monaguillos. Segundo, el Grupo Samuel, que incorpora a chicos desde sexto de Primaria a primero de Bachillerato para unirlos a los seminaristas y estimular su vocación. Y tercero, el Grupo Damasco, con una dinámica similar para adolescentes.

También jugarán un papel estimulador de las vocaciones entre los menores el Festival de la Canción Vocacional o las acogidas de jóvenes en el Centro de Orientación Vocacional -por iniciativa propia o enviados por un cura- para ayudarles a discernir sobre una posible llamada. Las parroquias serán advertidas de que, en caso de detectar una posible vocación entre los niños o adolescentes de sus comunidades, se activen los mecanismos para que el joven pueda conocer el seminario menor o el centro vocacional. Para que el trébol de cuatro hojas no se pierda en el camino.

Pablo Valls, director del Centro de Orientación Vocacional, precisa que «no hay crisis de vocaciones, sino de respuestas: Dios no ha dejado de llamar, lo que pasa es que la gente no escucha: hay mucho ruido y no les acercan esa voz. De ahí la importancia de que los mediadores echemos las redes».

El cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia, ha insistido en más de una ocasión en la tarea trascentental de que surjan nuevas vocaciones. «Queridos jóvenes, no tengáis miedo vosotros de escuchar la llamada y seguir al Señor», escribía en una carta. En ello le va el futuro a la Iglesia.