Las jornadas organizadas por la Conselleria de Justicia sobre el futuro de la función pública valenciana se clausuraron ayer tras un acalorado debate que estuvo a punto de acabar como el rosario de la aurora. Expertos y sindicalistas se enzarzaron en una agria discursión que tuvo como detonante el cuestionamiento del papel de los agentes sociales. Ocurrió durante la última mesa coloquio antes de la clausura en la que se debatía sobre los nuevos instrumentos para incentivar el talento público. A un lado; los invitados (la gerente del Ayuntamiento de Madrid, Carmen Román; Luis Herrera Díaz-Aguado, consejero técnico del Instituto Nacional de Administración Pública y Rafael Jiménez Asensio, Catedrático Derecho Constitucional Universitat Pompeu Fabra); al otro; el público asistente integrado fundamentalmente por sindicalistas y personal funcionario.

En sus intervenciones (se habló de cómo potenciar la figura del directo público, la evaluación del desempeño y la formación) fueron muy críticos con los sindicatos con el mensaje de fondo de que constituían una rémora para la modernización de la función pública.

Román contó su experiencia personal en el Ayuntamiento de Madrid y se quejó de que en sus reuniones con los sindicatos la sensación que se llevaba era que lo único que les interesaba era aquello de 'que hay de lo mío'. Herrera, por su parte, afirmó que la función pública está secuestrada por el corporativismo, los políticos y el sindicalismo. Las alusiones fueron calentando a los asistentes (había representantes de CC OO, UGT, Intersindical y CSIF) que pidieron la palabra para lo que consideraron un ataque injusto.

El rifirrafe verbal fue por momentos tenso ya que los expertos insistieron en sus críticas. El enojo fue in crescendo hasta el punto de que algunos estuvieron a punto de abandonar la sala al sentirse insultados. Las quejas se dirigieron también a la propia conselleria por haber seleccionado a expertos de fuera de la Comunitat Valenciana que «desconocían» la realidad valenciana. Con todo, tanto de un lado como de otro hubo intervenciones más conciliadoras, que evitaron que la cosa fuera a más.

El encendido debate fue contemplado por la plana mayor de la conselleria que poco a poco fue ocupando las primeras filas. Llegaba el momento de la clausura a cargo del presidente Ximo Puig, quien, ajeno al ambiente caldeado en el que entraba, optó por un discurso en positivo de puesta en valor del funcionariado. Hubo un guiño a la igualdad de género al reconocer que el sistema falla ya que impide su promoción en la cúpula administrativa.