Si recuerda la imagen del papa Francisco saliendo al balcón de San Pedro el día de la fumata blanca (de frente, de espaldas, de lado), si mantiene en la retina la cinematográfica salida en helicóptero de Benedicto XVI desde el Vaticano para retirarse a Castelgandolfo tras su renuncia, detrás de aquellos iconos de la Iglesia moderna estaba la mano, el ojo y la mente de Dario Edoardo Viganò.

Doctor en Cine y catedrático de Teoría de la Comunicación, por entonces dirigía la televisión vaticana. Ahora, con rango de monseñor sin ser obispo ni cardenal, Francisco lo ha elevado a prefecto de la Secretaría para la Comunicación de la Santa Sede. El máximo responsable de la imagen del papa Bergoglio. Ayer, en la presentación en Valencia de su libro Fidelidad es cambio. La comunicación del Papa contada de cerca (Romana Editorial), Viganò sintetizó las tres claves de este virtuoso de la comunicación: «Hace lo que dice y dice lo que hace; tiene un lenguaje simple pero no banal; y coge el toro por los cuernos: se enfrenta a los problemas sin ponerse en el centro».

En un acto celebrado en la Universidad Católica de Valencia en presencia del cardenal Antonio Cañizares, la nueva rectora de la institución y el expresidente Francisco Camps (profesor de la Católica) en primera fila, Viganò instó al conjunto de la Iglesia a llevar a cabo una transformación en su modo de comunicar. Desde una «actualización del lenguaje» de los sacerdotes, la mejora de su formación para estar serenos ante una cámara televisiva («¡sin tocarse el anillo, la cadena o frotarse las manos!», pidió), hasta un replanteamiento en la estructura de las homilías. «Treinta minutos de homilía en una misa de cincuenta minutos es un desequilibrio, una disfunción» en algo crucial: «¡Foucault se convirtió por una homilía y Bataille se alejó por otra!», exclamó.

La comunicación de Francisco forma parte del «gran proceso de cambio en la Iglesia» que el nuevo pontífice argentino ha emprendido. Pero Viganò pidió que nadie se lleve a engaño. «El papa no es revolucionario ni es un comunista. Pero para ser fieles al origen hay que cambiar. Aunque el cambio nunca es fácil y dé miedo», sostuvo el dircom del sucesor de Pedro.

La diferencia con los políticos

Preguntado por la principal diferencia de comunicación entre el papa y los dirigentes políticos, el prefecto vaticano fue tajante: «La respuesta es que la comunicación del papa no obedece a ninguna estrategia», sino al Evangelio. «Una estrategia siempre juega con momentos tácticos. Pero el papa no tiene que conquistar nada. Entre otras cosas, añadió, porque «el que manda no es el papa, sino Dios».

Entre muchas más anécdotas, Viganò desveló que cada quince días, en función de la actividad pontificia, le presentan al papa una lista con posibles tuits. «Él los corrige y elige cuáles tuiteará», subrayó en una conferencia amena. «Hay una enorme necesidad de cambiar el modo en que la Iglesia se comunica, pero es un proceso lento», concluyó.