El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, clausuró ayer el Año Jubilar del Santo Cáliz de la Misericordia en la diócesis de Valencia, en una misa solemne concelebrada por cinco obispos y cien sacerdotes en la catedral de Valencia, completamente llena, y anunció cuatro acciones.

Así, aseguró que la diócesis va a poner una casa-hogar para padres ancianos con hijos discapacitados gracias a las limosnas y peregrinaciones en el Año Santo; abrirá también dos albergues «para chicos y chicas con problemas de drogadicciones, acompañados por los miembros de la Comunidad del Cenáculo»; destinará el diez por ciento de los presupuestos de la diócesis a «los pobres más pobres», y además, los 70 colegios diocesanos «abrirán sus puertas en los periodos vacacionales para, además de atender pedagógicamente, dar alimento a niños en edad escolar, y otras iniciativas que se llevarán a cabo para atender a refugiados, excluidos y perseguidos».

El diezmo para los pobres

En una carta pastoral escrita en febrero de 2015, Cañizares ya propuso dar a los pobres el 10 % de los presupuestos de la diócesis y de sus instituciones, así como de la venta de algunos de los bienes patrimoniales de la Iglesia. «¿Por qué en los presupuestos de la diócesis y de sus instituciones no se dedica un tanto por ciento (¿el diezmo? de los mismos) a atender a los pobres? ¿Por qué no se «venden» algunos de los bienes patrimoniales de la Iglesia y se destinan a los pobres?», se preguntaba aquella vez el purpurado.

Cañizares afirmó ayer que «la humanidad se ve acechada por nuevos peligros» como «el debilitamiento de la familia o el poderoso narcotráfico, o el terrorismo infernal presentado por fuerzas que dicen blasfemamente actuar en nombre de Dios, o por el mercado de las armas, por la violencia machista, por la trata del hombre o de la mujer».