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Congreso del PPCV

Bonig busca rival

La presidenta del PPCV aspira a un congreso que legitime su liderazgo con unas primarias para las que, de momento, solo tiene uncontrincante incómodo

Bonig busca rival

El desbloqueo de la situación política en España y la continuidad de Mariano Rajoy en la Moncloa ha despejado el camino para los congresos del PP a nivel nacional y autonómico. La fecha del valenciano se fijará en los próximos días, si bien todo apunta que se celebrará en abril de 2017 después del nacional que será en febrero.

Asumido ya este escenario (Génova desechó hace ya tiempo el congreso extraordinario que pidió el PP de Isabel Bonig), el objetivo ahora es culminar el proceso de renovación iniciado tras el batacazo electoral del 25M y los escándalos de corrupción. Un cambio que, entiende la actual dirección regional, debe alcanzar también a los propios sistemas de elección interna. La imagen de un nuevo PPCV precisa también enterrar el «dedazo» que ha marcado los procesos de sucesión en el pasado e incorporar primarias, un signo de modernidad que ya han incorporado todos los partidos.

En su año y medio de mandato, Bonig se ha consolidado como referente en una organización que ha vivido momentos muy críticos, pero que, contra pronóstico, lejos de abrirse en canal, se ha mantenido unida. Aunque el tipo de liderazgo que ejerce Bonig tiene sus detractores, esta oposición interna, es minoritaria o tiene escaso margen de maniobra para impulsar una alternativa a una mujer que tiene clara su carrera hacia la presidencia de la Generalitat.

Pero este panorama (la previsible ausencia de un competidor o competidora con solidez que de un paso adelante) es, según se mire, un inconveniente. Bonig ha reconocido, tanto en público como en privado, que le gustaría un rival interno para poder debatir y contrastar ideas. Aunque la reflexión de Bonig pueda parecer un gesto de cara a la galería, hay un motivo de fondo. La lideresa quiere una legitimación completa de las bases, algo que sólo conseguirá plenamente con unas primarias. Cabe recordar que Bonig ascendió a la cúpula de la organización por designación directa.

Primero, el expresidente Alberto Fabra forzó los estatutos para ponerla de número dos del PPCV y, después Mariano Rajoy la eligió para pilotar la organización tras la derrota electoral. La elegida «a dedo» es precisamente una de las primeras personas en el PPCV que abrió el debate de las primarias en la organización valenciana. En una entrevista a la agencia Efe en 2014 cuando era consellera de Infraestructuras, Bonig defendió sistemas de primarias (aludió a los anglosajones) y abogó por incorporarlos al partido: «En este partido, como en todos, nos tenemos que plantear que se puede discrepar desde la lealtad a un proyecto, no pasa nada. Si pensamos todos lo mismo recuerda a Rusia», dijo.

Pero introducir primarias el próximo congreso regional tiene dos problemas. El primero es que el cambio en las normas internas del partido debe quedar plasmado en los estatutos nacionales que salgan del congreso de febrero. Aunque las primarias han dejado de ser una extravagancia en el PP y existe una generación de dirigentes que abiertamente las defienden, está por ver si se concretan. Rajoy conserva el control del partido y, por tanto, del congreso nacional. Es un dirigente de la vieja escuela y mientras los jóvenes apuestan por un militante, un voto; él se limita a esquivar el debate.

Militantes en compromisarios

Un eventual blindaje de los actuales estatutos es una hipótesis que no se descarta en el PP valenciano que lleva meses escudriñando su reglamento interno para ver si tienen cabida unas primarias. De hecho, Bonig tiene ya un plan b que consiste en convertir a todos los militantes en compromisarios. En la actualidad, con sólo cien avales, cualquier afiliado puede aspirar a ser candidato. El problema es que el poder de elección está en manos de los compromisarios que, previamente, son elegidos en la agrupaciones locales. El sistema se aleja mucho de la filosofía de un militante un voto, ya que en la práctica los delegados siempre han votado aleccionados. Junto a los elegidos por las bases, hay un cupo importante de compromisarios natos, afines a la cúpula.

La idea que baraja Bonig es sencilla. Dado que no hay un número acotado de compromisarios, nada impide que todo aquel afiliado que lo desee aspire a serlo y, por lo tanto a votar. Cuestión aparte es la logística ya que mover a más de 150.000 personas es complicado. Eso sí, sólo podría votar quien esté al día de las cuotas, una purga que reduciría el censo oficial.

Sin contricante no hay primarias

Pero resuelto, al menos en la teoría, el primer obstáculo, el segundo es más complejo. Sin contrincante, no hay primarias. Cierto es que hay una persona que ha anunciado ya que tratará de disputar el liderazgo a Bonig. Se trata de José Luis Bayo, exresponsable de Nuevas Generaciones, que fue forzado a dimitir al ser acusado de un delito de estafa por supuestamente haber pedido dinero a la dueña del Majestic a cambio de facilitarle la licencia de apertura del club. El caso fue archivado y desde entonces Bayo lucha por lavar su imagen y volver a la primera línea. Pero este rival no es precisamente lo que busca Bonig, quien en su día logró la bendición de Rajoy frente a la exconsellera Maria José Català, la apuesta de Alberto Fabra. Pero este antiguo duelo no se verá, salvo sorpresa, en un congreso regional. Tampoco es factible que otros nombres con peso, como el presidente del PP de Alicante, José Císcar, dé un paso porque apoya a Bonig.

Las opciones se reducen a Bayo, que es visto como un personaje oscuro vinculado a la vieja etapa de Camps. Podría ser el único que se atreva. Sus opciones son muy reducidas, pero obligaría a Bonig a darle protagonismo. «No hay enemigo pequeño», advertía ayer Bayo, dispuesto a dar la batalla.

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