La falta de lluvias sigue incrementando el déficit de precipitaciones, que en lo que va de año alcanza ya un déficit del 47 % en el conjunto de la Comunitat Valenciana, según cifras facilitadas ayer por la Agencia Estatal de Meteorología. Existen amplias zonas donde la precipitación es la mitad de la normal y otras más limitadas donde la lluvia no supone ni un tercio de la que tenía que haber caído.

El pino, explican los expertos, cierra sus estomas para hacer frente a la sequía, pero eso le debilita y le lleva a la muerte o lo hace vulnerable frente a los escolítidos. Algunos llevan meses con los estomas cerrados, sin apenas fijar CO2 o acumular reservas.

Las condiciones para que sigan muriendo los pinos persisten, de ahí la importancia de analizar lo ocurrido hasta ahora y poder adelantarse a lo que parece inevitable si no llueve pronto.

En Orihuela o Redován, los pinares de la sierra han desaparecido casi por completo. Probablemente, creen en Medio Ambiente, el clima de estas comarcas, donde en casi el 20 % de los pinos muertos no se detectó «Tomicus», ya «no da» para tener pinos aunque en la década de los 50 y 60 todas las repoblaciones se hicieron con pinar. La conselleria estima que sería necesario reponer un ecosistema de matorral más adaptado a un clima cada vez mas extremo por el cambio climático.

Otro caso de estudio es el de les Rodanes de Vilamarxant, donde la sequía se ha llevado por delante importantes masas forestales que en otros lugares, con menos precipitación, han sobrevivido.

Según los expertos de la Universidad Politécnica del Madrid, la distintas respuesta a condiciones climáticas similares podría deberse a la composición del suelo. En Les Rodanes, los pinos buscan el agua en las grietas que deja la arenisca, pero la investigación ha detectado que muchas de estas grietas están «selladas» por la abundancia de arcillas y el agua no penetra. También en Castelló se han producido mortandades de pinar no acordes con el déficit hídrico de modo que el estudio de los suelos y su respuesta a la sequía podría ser uno los primeros pasos para una gestión forestal que anticipe futuros desastres como el ocurrido.