El vídeo empieza. Después de un anuncio, claro. Una chica de ojos verdes se dirige a su audiencia: 400.000 suscriptores. El vídeo se titula «50 cosas sobre mí». Quien mira a cámara desde su habitación es la youtuber valenciana Selene, de 25 años. Nombre de guerra: NatsukiSel.

De entre el medio centenar de intimidades que va desgranando en doce minutos, Selene cuenta que su animal favorito es el gato, que le aterroriza la oscuridad, odia los tacones, es «ultramegarromántica», no se habla con una parte de su familia extensa, adora a Pablo Neruda, hubiera dado la mano derecha por ser pelirroja con pecas, revela que de pequeña sufrió problemas en el colegio y en una relación. «Si queréis que hable más de eso ponedlo en los comentarios; es para aconsejaros y guiaros, no para ganar visitas», aclara. Mientras por la pantalla aparece un anuncio de mantecas corporales, Selene se despide de su público con un mensaje: «No os considero simples números: no os veo como simples suscriptores, sino como parte de mi familia. Como natsukianos y natsukianas. Sois el motor de mi vida. Me hacéis superultramegafeliz».

El vídeo tiene cuatro semanas y ronda las 50.000 visitas. En su historial tiene quince vídeos con más de 300.000 visionados. Uno de ellos supera el millón de reproducciones. Un millón de clics. Clin-clin.

Otro vídeo empieza ese mismo día. Tras unos segundos de publicidad, por supuesto. Una chica rubia con gorra y piercings en la nariz, en la lengua y entre los dientes aparece delante de un fondo blanco. En la red se llama Esbatt y youtubea sobre belleza, moda y lifestyle desde Alicante. Hasta ahora. El título del vídeo es rotundo: «¡Notición! He tomado una decisión: me mudo». Con energía y sonrisas, explica que Alicante se le quedaba pequeña para crecer como youtuber. Que se sentía demasiado sola y aislada. Sopesaba las opciones de Londres y Madrid. Muchos youtubers la han convencido para instalarse en la Villa y Corte. Ya anuncia un próximo vídeo sobre su nuevo piso en la capital. 77.000 personas han seguido esa decisión personal salpimentada (clin-clin) por el anuncio de una plataforma asiática de venta online o de un curso de primeros auxilios.

En su historial, con 18 millones de visualizaciones, Esbatt ha rozado el millón de visitas con un vídeo que habla de su secreto para tener el pelo largo. Se acercó al medio millón de clics con el vídeo «De morena a rubia en un día: cambio de look a rubio platino». Su hermana Aishawari, con un canal sobre maquillaje, moda y belleza, comparte trucos y consejos con sus 200.000 suscriptores. Un público que se cotiza mucho: audiencia femenina y sector de belleza. Hay muchas marcas interesadas en hacer llegar sus productos a esas espectadoras encerradas en sus habitaciones. ¿Independencia? «Yo no gano nada mintiendo o recomendando algo que en realidad no me gusta», responde Aishawari.

Empezó como terapia. Youtube. Todo cabe en Youtube. Hasta el dinero para los youtubers que viven de esa ágora moderna tan ajena para la mayoría de adultos como natural para los adolescentes de hoy. Lo que ayer era Barrio Sésamo o Bola de Drac hoy es el Rubius o Willyrex. Lo normal a esa edad.

Uno de los youtubers que viven de sus vídeos es el valenciano Álvaro Herreros, conocido en Youtube como iTownGamePlay o simplemente Town. Tiene 31 años y acaricia los siete millones de suscriptores a su canal, que gira en torno a los videojuegos. El vértigo llega al saber que uno de sus vídeos „una canción compuesta y cantada por él mismo mientras desfilan imágenes de un videojuego popular„ va ya por los 31 millones de reproducciones.

Álvaro empezó en Youtube hace cinco años. ¿Por qué? La razón es inesperada. «Para afrontar una fuerte ansiedad que sufría en esa época debido a que perdí a un familiar y también mi puesto de trabajo», explica. Primero, subir vídeos le hacía bien a él. Luego vio que entretenía a los demás. Y ya no paró. Con un detalle importante: «Estuve muchos meses sin saber siquiera que se podía ganar dinero con ello, y creo que ésa fue la clave: no empecé en YouTube por dinero. ¡Ni siquiera sabía que se podía ganar nada! », exclama Álvaro.

Ahora sí lo sabe. Y tanto. Vive de Youtube, de los ingresos que le reportan sus dos vídeos diarios gracias a la publicidad inserida en ellos. Le molesta la visión generalizada del youtuber como gandul o perezoso. «Están equivocados. Yo he trabajado durante muchos años entre fábricas, almacenes y gasolineras. A mí no me han regalado nada, y estoy muy feliz y agradecido por lo que tengo ahora, pero ha sido a base de respeto, cariño, dedicación y suerte», dice.

Más de ocho horas al día. Trabajo. Es la palabra que menciona la youtuber valenciana Selene. Odia que se diga que los youtubers trabajan poco y ganan mucho dinero. «Eso no es verdad. Yo trabajo durante todo el día. Yo diría que incluso le echo más de ocho horas al día. Entre que grabas, editas, publicas, haces la miniatura, lees comentarios para saber las opiniones de tus seguidores, respondes, escribes en las redes sociales, planeas qué otros vídeos grabar... Es un trabajo del que nunca llegas a desconectar. Casi no tengo tiempo para sentarme a ver una película o una serie o disfrutar de otras actividades que anteriormente sí podía hacer. Sin embargo, no me quejo: soy feliz haciendo vídeos y entreteniendo a las personas que me siguen», cuenta la joven.

Selene estudia Diseño Gráfico y Producción Editorial. Hace facturas como cualquier trabajador autónomo para declarar sus ingresos. Ella, enérgica en la pantalla, hace una precisión. No es real todo lo que parece. «Un youtuber se forja un personaje basado en su forma de ser, pero sin que llegue a ser ficticio del todo. Es decir: exagera algo para que destaque. Por ejemplo, a mí me gusta leer los diálogos de los juegos haciendo voces. Sería muy ignorante la persona que crea que voy día a día leyendo los carteles que hay por la calle poniendo vocecillas o hablando con alguien cambiando mi voz. Así pasa con otros youtubers: la gente cree que son así las 24 horas del día y, obviamente, no es cierto».

«Un camino duro». Tres, dos, uno y vídeo. Sale Perxitaa. Un chaval de 25 años con vaqueros y camiseta negra. «Probando petardos»: así se tira más de seis minutos. Incluso revienta un libro no autorizado sobre El Rubius porque no le ha gustado el trabajo sobre su amigo youtuber, el más famoso de todos. Perxitaa pone petardos dentro del volumen y las hojas salen despedidas. Ese vídeo ya lleva 1,3 millones de reproducciones.

No es extraño: este youtuber con ganas de guasa y maldades, «troll por naturaleza», tiene ya 1,3 millones de suscriptores en su canal. Con sólo cuatro años subiendo vídeos ya ha conseguido 179 millones de reproducciones. Hay quien no dará crédito de semejante audiencia con vídeos sobre comida picante, lanzar un móvil al agua o probar comida americana.

«La gente dice que es muy fácil subir vídeos a Youtube. Difícil no es. Lo difícil es enganchar a la gente, entretenerla y que quiera ver más», destaca. Lo difícil también es poder vivir de Youtube. Es su caso, aunque también estudie Arquitectura. «Por suerte, ahora puedo dedicarme al 100% a Youtube, pero es muy complicado y llegar hasta aquí ha sido un camino largo y duro», dice.

Aviso a navegantes. Diez posturas en la cama. No para el sexo, sino para dormir en un mismo colchón. Dos chicas jóvenes en pijama empiezan a simularlas: las posturas de la cucharita, el cucharón, la del brazo muerto, la estrella de mar, la boxeadora, el tándem, el burrito, el ladrón, la natación sincronizada y la del culo en la cara.

El vídeo, con 86.000 visitas, es de Gominuke, una youtuber de Benidorm. Estaba enganchada a Youtube. Seguía a youtubers. Quería imitarlos. Y se puso a subir vídeos. Hace cinco años de ello. Ahora tiene 23 años, 157.000 suscriptores a su canal, un vídeo que roza el medio millón de reproducciones y tres consejos básicos para los youtubers.

El primero es que jamás empiecen pensando en el dinero. «Porque se tarda muchísimo tiempo en empezar a ganarlo y porque si la gente huele que vas sólo por el dinero, no te van a ayudar, no te van a recomendar, no se van a motivar por tus contenidos», cuenta. El segundo consejo es que sean constantes. Y el tercero, el más interesante, es que no copien. «No hay que intentar hacer lo que hacen los demás, porque para eso ya están los otros. Hay que ser genuino y hacer lo que te apasiona. He visto una y otra vez que las cosas menos esperadas son los formatos que más lo petan», resume con jerga cibernética.

Youtuber. La mecánica es sencilla: tienes una idea, la escribes, la guionizas, pones las luces y la cámara, grabas el vídeo, lo editas, lo renderizas, lo subes, lo dinamizas por las redes sociales e interactúas con tus seguidores. Es el trabajo de Gominuke, el trabajo que hay detrás del clic que abre ese vídeo que ahora, en la intimidad de miles de habitaciones de adolescentes y jóvenes, alguien está mirando.