Francisco es un vecino de Llíria que emigró en los años 60 a Suiza ante la falta de empleo en su comarca natal. Dejó familia e hijos y trabajó durante 18 temporadas como leñador en los Alpes para empresas del país helvético. De las remesas que enviaba a casa pudo comprar el piso en el que se criaron sus hijos y un terreno para cultivar naranjos, el sueño de su vida. Durante muchos años, las divisas que entraron los inmigrantes en España, junto a los cítricos, fueron de los pocos recursos que ayudaron a impulsar un país que venía de la autarquía. Ya en los ochenta, Francisco pudo trabajar de seguido como agricultor en España y ya no le hizo falta salir del país para poder comer.
Francisco cotizó en la Seguridad Social de Suiza todos y cada uno de los días que trabajó. En 2010, este edetano se jubiló y empezó a cobrar una pensión suiza de 620 euros por sus años en el extranjero. A la vez, comenzó a percibir su pensión de jubilación española. Como agricultor, le correspondía la «mínima», 599 euros al mes. Entre ambas «pagas», poco más de 14.000 euros al año. Pero llegó 2014 y con él la campaña del Ministerio de Hacienda para regularizar las pensiones de miles de emigrantes españoles de los años 60, 70 y principios de los 80 que empezaban a jubilarse y que no habían declarado sus pensiones. En la mayoría de casos por desconocimiento, porque no percibían el mínimo para declarar „eso sí, debían hacerlo al tener dos pagadores„ o directamente porque la retención ya se la hacían en el país donde había emigrado.
En esta campaña y tras enviar una carta a más de cien mil domicilios, la AEAT consiguió regularizar 20.800 pensiones en la C. Valenciana y recaudar 42,8 millones en más de 56.500 autoliquidaciones, según los datos oficiales del fisco. Para no ser sancionados y recibir recargos, la Agencia Tributaria dio la opción de abonar los últimos cinco años. Así, Francisco, debió desembolsar de una tacada por sus cinco años no declarados más de 8.600 euros. Tuvo que tirar de ahorros para cumplir con Hacienda.
Desde esde momento y todos los años de su pensión suiza, que le reporta poco más de 6.000 euros, debe pagar 1.700 (un 21 % de la pensión suiza y el 10 % de la declaración de la renta total), según los cálculos de la AEAT. El fisco calcula la retención sobre las dos pensiones, ya que está obligado a hacer la declaración al tener dos pagadores.
Este cobro de la Agencia Tributaria a esta población valenciana tiene a muchos pensionistas como Francisco asfixiados. De hecho, Amparo y Alfons también lo están pasando mal, máxime cuando en la actualidad están necesitando cuidados de terceras personas o centros especializados. Cabe recordar que el perfil de valencianos „pasó también en el resto de España„ que salieron de España en busca de trabajo era de familias muy humildes. Personas, que a su vuelta, tampoco gestionaron grandes patrimonios.
A Francisco le diagnosticaron Alzheimer hace cuatro años. Hasta que le digan si recibe o no las ayudas de la Dependencia, Francisco ha tenido que ingresar en un centro de día para tener los cuidados necesarios. Por su atención de lunes a viernes paga al mes casi 800 euros, casi la totalidad de la suma de las dos pensiones. Sin la paga de Suiza le hubiera sido imposible acceder a estos cuidados. Pero todos los años Hacienda continúa reteniéndole más de un 10 %. Si sólo tuviera un pagador no le retendrían nada. Mientras, los grandes patrimonios que evadieron impuestos al extranjero pudieron repatriar y regularizar todo su capital pagando solo el 10 %. Fue la famosa amnistía fiscal.
