Superada la frontera estatal, pero lejos de Europa. En esa llanura se encuentra la Comunitat Valenciana en la contratación de profesionales con discapacidad. Entre el optimismo y el «queda mucho por recorrer», plantea Teresa Cordente, directora de la Fundación Randstad -que trabaja en la integración laboral de personas en riesgo de exclusión-en la Comunitat Valenciana.

El último informe de la institución analiza los datos de empleo entre 2010 y 2016 con la lupa puesta en las cifras de este colectivo de profesionales. La línea estatal en este periodo muestra un aumento constante de contratos, desde los poco más de 51.000 en 2010 hasta los cerca de 82.000 en este ejercicio. Con acelerones en los últimos años, el aumento de altas laborales para este colectivo se constreñido a un 2,3 % de 2015 a 2016. En la Comunitat Valenciana el crecimiento, como muestra el gráfico, brinca la media española.

«Estamos contentos con la evolución», valora Cordente, quien aporta que «el tejido empresarial está creando empleo estable, se ve en la conversión de los contratos temporales a indefinidos (un 11 %)». La ejecutiva de la fundación atribuye este incremento al cumplimiento de la Ley General de Derechos de personas con discapacidad, que obliga a empresas de más de cincuenta empleados a tener una cuota de reserva del 2 % para este colectivo. «Pero hay un plus», añade, «que tiene que ver con una mayor responsabilidad social de las empresas: se está creyendo en la diversidad, en los profesionales sin etiqueta».

En este sentido, Cordente apunta a una mayor sensibilidad de las compañías y que «la Administración -su fundación colabora con la Generalitat en programas de inclusión- escucha y es consciente», aunque, matiza, «otra cosa es que se asignen los recursos suficientes en los presupuestos».

Entre los terrenos por conquistar, Cordente señala dos, principalmente: la cualificación de esos trabajos y la sensibilización de la pyme. «Muchos de esos trabajadores han tenido un acceso a los estudios superiores muy complicado. Aún así, se están eliminando barreras con acuerdos como el que tenemos con la UV», aporta sobre la primera línea de actuación. Respecto a las pyme, opina que van a la zaga de las grandes empresas porque estas últimas «tienen centrales en países europeos donde llevan muchos años de ventaja en inclusión». No calcula Cordente una cifra horizonte hacia la que caminar, aunque «lo ideal», proyecta, «es tener un mercado totalmente inclusivo».