Peter, Sabine, Ingo, Kristiaan y Klaas. Vienen de Alemania, de Bélgica y de Países Bajos y pasan los días en casa de un vecino de Borbotó, Sergio López „ayudado en temas de traducción por su compañero Pedro Manuel Huergo„, miembro de Avival y uno de los responsables de la muestra anual de aves, eminentemente de corral que se celebra en Requena. La asociación comenzó exponiendo en Borbotó pero, pese a las estrecheces económicas, ha conseguido consolidarse en Requena. López hace una mueca: «No sé cómo es posible, pero aquí metimos 4.500 personas los primeros años y allí, en un escenario mayor, viene menos gente».

Si embargo, la feria se da por consolidada. Hoy llegarán los colegios al recinto antes de que, por la tarde, las familias paseen ante los ejemplares. Ante los espectadores, 1.300 ejemplares de pavos, anátidas, palomas, conejos (sí, una excepción) y sobre todo gallinas. De infinidad de razas, de las cuales la organización seleccionará tres que entrarán en competición y, entonces, en progresivas eliminatorias se irán filtrando las más bellas, hasta que se encuentre la gallina perfecta.

Los jueces que llegan de Centroeuropa llevan años recorriendo ferias en países con mucha más tradición que España en estas lides. «Somos custodios de razas que pueden desaparecer», comenta Sabine, primera jueza que se acerca hasta esta exposición. Su trabajo, apunta, no es solo el de escoger qué ave se ajusta más a los estándares; también velan por la diversidad de especies: «A lo largo de las ferias se ve que hay razas que tienen menos ejemplares, así que nos fijamos en los criadores y vamos descubriendo por qué han faltado a determinada exposición, o qué han hecho con sus aves...». Además, puntualiza, aconsejan a los criadores para que se ajusten a los estándares.

«Aquí hemos visto especies que en mi país dábamos por desaparecidas hace siete años», indica entusiasmado Klaas. Los expertos coinciden en que, si bien el nivel medio de aves es inferior al de grandes exposiciones celebradas en Alemania, la mejor gallina de Requena podría competir en los más luminosos escenarios del planeta.

Los jueces también advierten de otro peligro: la alta media de edad de los participantes, por encima de los sesenta años. En este sentido, apunta Sabine, se trata de «ser didácticos» con las familias que se acerquen a la exposición.

La de Requena ya se ha consolidado entre las grandes ferias estatales, pero queda mucho por recorrer para estar al nivel de Alemania, donde, en la región de colonia, se hacen exposiciones incluso de los huevos de las aves, y de los mismos polluelos. Contemplar el proceso, añaden los jueces, ayuda a que los niños se familiaricen con los animales.

Mañana será el día en que una nueva gallina, o un gallo, se corone como el más deslumbrante del año en Requena.