Pedro Sánchez reapareció entre abrazos y besos y al son de una guitarra un tanto mustia que interpretaba «La Internacional», y se marchó entre «selfies» mientras sonaba el «Color esperanza» de Diego Torres. Un mensaje musical positivo que contrastaba con los aplausos atronadores que recibió la frase «no es no» cada vez que la pronunció alguno de los intervinientes en la mesa redonda celebrada ayer en Xirivella. Entre ambas canciones, una hora y tres cuartos de exaltación de la militancia, invitaciones a «repensar el partido», exigencia de primarias y devoción por el defenestrado secretario general del PSOE que hacía su primera aparición pública tras renunciar hace 30 días a su escaño en el Congreso. «Dimití porque consideraba incompatible contravenir una resolución del comité federal, pero tampoco quería ir en contra del compromiso electoral de no apoyar la investidura de Mariano Rajoy», explicó a sus simpatizantes.

Alrededor de 1.500 personas, según la organización (en todo caso muchas más de las 350 que caben en el Auditorio, por lo que hubo que trasladar el acto al exterior de la plaza de la Concordia) arroparon al ahora «militante de base» Sánchez, según él mismo se definió. Tal como se esperaba, no estuvo Ximo Puig ni ningún cargo socialista del Consell, pero sí llamaba poderosamente la atención la presencia, sentado en el escenario improvisado, de Manolo Mata, portavoz del PSPV en las Corts. Mata no intervino en el «debate-mitin» pero sí aplaudió las intervenciones del exsecretario general socialista y del resto de participantes.

Sánchez dejó en su discurso varias ideas. Una: el tiempo de la gestora ha acabado y su deber es convocar un congreso ya. «Cuando más se tarde, más se beneficia Rajoy», aseveró. Dos: hay que dar voz y voto a esa militancia «a la que no se ha escuchado». Y tres: los diputados socialistas han de votar en contra de los presupuestos que presente el PP. «Si Rajoy amenaza con elecciones, le diremos que no tenemos miedo, será su responsabilidad por no ser capaz de formar alianzas», añadió.

Lo que no dejó claro ayer Sánchez es si optará de nuevo a dirigir el partido. «Cuando se convoque ese congreso „anunció„, me tendréis con aquellos que defiendan autonomía del PSOE frente intereses económicos de la derecha, un PSOE de izquierdas, federal, que reconozca realidad plurinacional, que consulta y celebra primarias, donde caben los que se abstuvieron y votaron que no a la investidura de Rajoy».

Sánchez había iniciado su intervención asegurando a la militancia que la había «echado de menos». Su discurso fue más conciliador que rencoroso. Hizo suyos los «legados» de los dos expresidentes del Gobierno socialistas José Luis Rodríguez Zapatero y el muy poco sanchista Felipe González. Hizo un llamamiento a «reconstruir» el partido sin considerar adversarios a otros socialistas. Consideró «algo del pasado» el apoyo a la investidura de Rajoy. E incluso, sin citarlos, pidió perdón por sus «errores».