Un revolucionario que luchó por su pueblo. Un dictador que nunca abandonó el poder. Desde que el pasado sábado por la mañana se conociera la noticia del fallecimiento de Fidel Castro, los perfiles y las valoraciones sobre su figura han protagonizado ríos de tinta. En Cuba lo lloran, en Miami lo denostan. El «Comandante» abandonó el mundo de los vivos a los 90 años de edad, dejando una fuerte impronta en todo el planeta. Muchos hablan de él. Muchos analizan su legado.

Sin embargo, quizás sean aquellos que lo conocieron en primero persona los más autorizados para hablar del hombre que lideró una revolución. El empresario de Ontinyent José Ramón Revert es uno de ellos. Aunque quien realmente lo trató fue su progenitor, Manuel Revert, todo un pionero en las relaciones comerciales como Cuba: «Mi padre y Fidel eran grandes amigos. Yo me encontré con el líder cubano dos veces y fueron citas muy cordiales, pero él sí lo conoció a fondo. De hecho, la corona que envió Fidel Castro a su funeral fue una de las más representativas».

Y es que «Don Manuel» decidió mandar en 1965 „con el bloqueo comercial en plena efervescencia„ un cargamento de mantas para los hospitales de la isla sin garantías de pago por parte del gobierno. Luego, Castro quiso conocerlo personalmente: «Mi padre era una persona muy afable, muy dicharachera. Debió contarle dos o tres chistes y se caerían muy bien. Con el tiempo, los vínculos se reforzaron. Los Révert „en Cuba nos ponen el acento„ somos muy queridos allí gracias a su trabajo», expone su hijo.

Manuel Revert falleció en 1989, dejando un amplio recuerdo en Ontinyent y en la isla caribeña. Los trabajadores de la firma que presidió durante años encargaron una figura de bronce en su honor, que descansa en las puertas de la fábrica en la capital de la Vall d'Albaida. Diez años después, un duplicado viajó hasta la Habana. «Mi familia fue invitada por el gobierno cubano, fuimos 18 personas y fue muy emotivo, la verdad», comenta el José Ramón.

«¿Esa fábrica?... ni regalada»

Consultado sobre las anécdotas que su progenitor le narró durante sus años de amistad con Castro, el empresario destaca una sobre las demás: «En una de tantas visitas a la isla, Fidel le pidió que fuera con el Ministro de Industria Ligera a visitar una fábrica que habían montado con maquinaria procedente de la URSS. Un día después, Castro le preguntó a mi padre que le habían parecido las instalaciones y no hubo titubeos en su contestación: '¿Esa fábrica?, yo no la querría ni regalada... fueron sus palabras, en relación a la antigüedad del equipamiento. Así de estrecha y sincera era su relación», expone el dirigente empresarial. Y los vínculos de la familia con Cuba se fortalecen, ya que a finales del próximo mes de diciembre está prevista la apertura de una segunda tienda de la firma en la isla.