¿Es posible divulgar de un modo ameno y divertido a través de la ciencia ficción una materia tan seria como la astrofísica o la astronáutica, pero sin perder un ápice de rigor científico? La respuesta, afirmativa por supuesto, la ofreció en la Fundación Cañada Blanch el catedrático de Física Aplicada de la Universitat de Catalunya, Jordi José. Con su conferencia “De la Tierra a Marte… y más allá: luces y sombras del viaje espacial”, el científico catalán realizó una aproximación simpática al mundo de los viajes espaciales y de la astrofísica en general, centrada en cómo surgió la idea de viajar al espacio y cuáles son los mecanismos que funcionan y cuáles no. En este sentido, señaló que “tanto en la literatura como en el cine de ciencia ficción se intenta dar verosimilitud a los argumentos con la ayuda de asesores científicos, aunque muchas veces se ponen en jaque los principios de la ciencia”.

La conferencia de Jordi José, doctor en Ciencias Físicas por la Universitat de Barcelona, cerró el séptimo ciclo “ConecTalks” de divulgación científica que dirige Vicent Martínez, catedrático de Astronomía y Astrofísica de la Universitat de València. El ciclo, en el que colabora el Institut de Ciències Físico-naturals de la Institució Alfons el Magnànim, forma parte del programa de actividades de la Cátedra de Divulgación de la Ciencia establecida entre la Fundación Cañada Blanch y la Universitat.

El escape de la atracción gravitatoria de la Tierra

El físico catalán inició su intervención abordando el concepto de velocidad de escape terrestre, la velocidad mínima necesaria para impulsar un cuerpo hacia el espacio sin que la gravedad lo atraiga de nuevo hacia la Tierra. Un valor del orden de los cuarenta mil kilómetros por hora, que pone de relieve que huir de la atracción gravitacional de la Tierra requiere una tecnología que solo ha estado a nuestro alcance desde mediados del siglo XX. “Estamos, por tanto, ante una nueva ciencia, la astronáutica, pese a que el concepto de la velocidad de escape y el valor necesario para escapar de la atracción terrestre ya se conocían desde la época de Newton en el siglo XVII, con lo cual hemos tardado tres siglos en materializar esa idea”, aseveró.

En su imaginaria huida de la atracción gravitatoria terrestre, Jordi José se alejó progresivamente de la Tierra hasta llegar a la Luna, y expuso cómo se han descrito en la ficción y en la realidad los viajes a nuestro único satélite natural y cuál es la problemática que presenta su colonización. De la Luna se “trasladó” al que será el segundo episodio de los viajes tripulados a otros mundos, la futura llegada a Marte, y se sirvió de algunas secuencias de las películas de referencia para examinar los problemas que su colonización planteará, especialmente la elevada radiación de la superficie marciana.

Los peligros de la colonización de Marte

Así, explicó las diferencias que separan a Marte de la Tierra, en la que los seres humanos y las demás especies vivas están protegidos por la existencia de un campo magnético y de la atmósfera terrestre. Si el campo magnético nos resguarda de la llegada de partículas cargadas como pueden ser los protones y los electrones, la capa de ozono impide el paso de radiaciones de alta energía, en particular de rayos ultravioleta procedentes del Sol. Dos efectos que, combinados, reducen al mínimo el nivel de radiación en la superficie de la Tierra.

Dejando al margen el posible riesgo de fulguraciones solares que durante el viaje a Marte pudieran producirse de forma inesperada y excepto que se protegiera adecuadamente a una tripulación humana, -planteó Jordi José-, toda colonización de Marte debería tener en cuenta que cualquier partícula cargada que apuntara directamente al planeta rojo llegaría a su superficie por la inexistencia de un campo magnético. Asimismo, la ausencia de una capa de ozono dejaría vía libre a la presencia de radiación de alta energía. Dos peligros que le llevó a afirmar que “según algunos especialistas, la esperanza de vida de un astronauta que haya permanecido un año en Marte sea del orden de 10 años de vida”. “Es algo -añadió- que nunca se menciona en esos fabulosos anuncios televisivos sobre la convocatoria de concursos para seleccionar astronautas, porque se vive más del espectáculo que de la realidad”.

Los efectos de la ausencia de gravedad

Al analizar los peligros asociados a la colonización de Marte planteó posibles medidas con los que poder contrarrestarlos, como el envío previo de sondas espaciales para construir cúpulas de material aislante que permitieran a los astronautas sobrevivir y reducir esos riesgos. Escenas de la película “The martian” (2015), de Ridley Scott, sirvieron para ilustrar la realidad de ese viaje, es decir, si cuanto muestra el film, comenzando por la extraordinaria tormenta inicial, sería o no factible.

El investigador catalán abordó a continuación problemas generales de todo viaje espacial, como los efectos que produce en el ser humano la ausencia de gravedad, y examinó las condiciones de microgravedad que soporta un astronauta tras permanecer un tiempo en una estación espacial como la ISS. “Unos efectos que desconocemos a gran escala, -resaltó- dado que el tiempo máximo que un astronauta se ha mantenido en el espacio es de un año, que es un tiempo colosal, pero que no nos permite conocer si existe una acumulación de efectos para periodos de diez, veinte o treinta años”.

Para compensar los efectos de la falta de gravedad, películas como “2001: Odisea en el espacio” (1968), de Stanley Kubrick, o la ya mencionada “The martian”, “plantean la utilización de estaciones orbitales o naves espaciales con parte de su estructura en rotación para poder compensar los efectos de la ausencia de gravedad en base a una aceleración centrífuga”, señaló el profesor José.

Contra todas las leyes de la Física y la Biología

Al detallar los efectos que producen en un humano unas condiciones de gravedad muy elevadas, el catedrático de Física Aplicada puso como arquetipo “Armaggedon” (1998), de Michael Bay, “uno de esos peculiares ejemplos donde el cine se salta a la torera las leyes de la Física y la Biología y en la que el protagonista es una especie de superhéroe moderno que resiste unas aceleraciones que ningún humano soportaría”, dijo.

“Interestellar” (2014), de Christopher Nolan, sirvió de nexo para abordar el concepto según el cual el tiempo fluye de distinta forma en función del entorno, ya que en una famosa secuencia del film se muestra que una hora de tiempo en otro planeta equivale a varios años en la Tierra. “Un concepto -afirmó- que de hecho está justificado por las leyes de la ciencia y, en particular, de la relatividad general y que de la mano de un magnífico asesor científico como es el experto en relatividad Kip Thorne se ha podido ver en esta película”.

En la última parte de su exposición, Jordi José abordó los viajes fuera del sistema solar y planteó cuestiones como si es necesaria una nave aerodinámica para viajar a otros sistemas estelares, hasta qué punto la aerodinámica es un requisito importante o no en el diseño espacial o si es fácil moverse en el espacio.

La dificultad del movimiento en el espacio

La proyección de secuencias de la saga “Star wars”, en la que las naves espaciales giran con la facilidad de un avión, algo que en el espacio, en teoría no es así, sirvieron de contraste con “Gravity” (2013), de Alfonso Cuarón, “que ilustra mejor -afirmó- el movimiento en el espacio basado en un impulso que se logra inyectando gas en una dirección y por un principio físico conocido como conservación de la cantidad de movimiento, se produce un retroceso que el astronauta usa a su favor para orientarse y dirigirse en el sentido que desea”.

La película "Starship troopers”(1997), de Paul Verhoeven, en la que se plantea que la humanidad, harta de batallar consigo misma, decide buscar un enemigo en el otro extremo de nuestra galaxia, “plantea que si ya de por sí la guerra es deplorable, la guerra interestelar aún lo es todavía más, porque además de ser éticamente discutible viola todas las leyes físicas que uno se pueda imaginar”, concluyó.