El avance de la investigación y los nuevos descubrimientos en el área de la medicina personalizada harán posible que, en una década, la tasa de supervivencia frente al cáncer aumente de forma global del actual 60 al 70 %, un punto porcentual por año.

Este es, al menos, el horizonte con el que trabajan investigadores como Manel Esteller, director del programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell) y profesor asociado de la Universidad de Barcelona que ayer fue el encargado de pronunciar la conferencia inaugural del séptimo simposio «Desafío Oncológico» que reúne en Valencia a más de 400 expertos.

Bajo el título «La investigación en cáncer: ¿Qué nos deparan los próximos 10 años?», Esteller incidió en la importancia del avance de las terapias dirigidas en el cáncer para lograr este objetivo. «En diez años podremos decir que, de forma genérica, dos de cada tres enfermos de cáncer lograrán sobrevivir aunque, como todo, dependerá del tipo de tumor que sea», puntualizó Esteller.

Hoy en día hay todavía enormes diferencias en las tasas de supervivencia de unos y otros tumores. Así, en el cáncer de mama se ha llegado a tasas de un 85 % mientras hay otros cánceres con una alta tasa de mortalidad y unos índices de supervivencia de, apenas, un 10 %, como el de páncreas «que se nos sigue resistiendo».

Para conseguir avanzar en esos tumores en los que ahora los expertos están más a oscuras, el investigador reivindicó el papel que va a tener la investigación en nuevos campos como la epigenética y el desarrollo de los tratamientos personalizados en oncología.

Tratamientos «a la carta»

Hace unos años «todos los tumores se trataban igual dependiendo del órgano afectado», ahora el 30 % de todos los tratamientos oncológicos se hacen ya de forma dirigida tras estudiar las características que definen ese tumor a nivel molecular y, según el investigador, en «10 años se tratará así el 50 % de todos los tumores y en 15 años, llegaremos a cerca del 80 o 90 % de todos los tratamientos».

Esto significa pasar de abordar el cáncer de cierto órgano a tratar el tumor en concreto de una u otra persona, aunque afecte al mismo órgano dependiendo de qué «alteraciones moleculares presente para ver si ese tumor tiene cierta flaqueza a la que podamos atacar». El camino en este campo se abrió con el cáncer de mama.

«Determinar si el tratamiento debía ser hormonal o no ya era medicina personalizada», explicó ayer Esteller. Tras el cáncer de mama se han abierto nuevos caminos sobre la terapia dirigida «también en la leucemia. Hay un tipo que tenía una mortalidad del 90 % y ahora está en el 10 % de mortalidad porque se descubrió que dependía para sobrevivir de esa lesión molecular. Si la inhibías, la leucemia moría».

Brechas similares se han abierto en otros tumores como los infantiles y, ahora, se está trabajando para que las investigaciones epigenéticas redunden también en nuevos tratamientos dirigidos «para el cáncer de pulmón del no fumador».

Por contra, todavía existen tumores «que se resisten» como el cáncer de pulmón o el de páncreas. Con todo, «he querido transmitir la idea que de cada vez hay más tratamientos basados en el conocimiento último del tumor de cada persona, en saber en cada caso concreto qué le falta a ese tumor y qué tiene en exceso y diseñar un tratamiento concreto a la carta», explicó el experto.

La ciencia como motor económico

Esteller aseguró que este estudio molecular de los tumores ya se realizaba «en los grandes hospitales» pero reconoció que se debería ir más rápido en la administración tanto en la autorización de ensayos clínicos como en la aprobación de medicamentos e insistió, en este punto, en la importancia de la investigación.

«Antes, la investigación en España estaba muy apoyada y después se ha relajado. Ahora creo que estamos viviendo un poco del rédito de aquella época precrisis», criticó el investigador que dudó de que se vuelva pronto a los niveles de inversión en investigación de los tiempos anteriores a la crisis. «Los gestores deben entender que la ciencia y la educación son parte no solo de la salud, sino del motor económico del país».