Cambiar o no la hora en otoño es algo sencillo. Se regula por decreto y punto. Modificar la jornada laboral para acabar de trabajar a las 18 horas, o antes, y realizar «un uso inteligente del tiempo» es otro cantar. Precisa de un marco general que marque la línea estratégica según los diferentes sectores y de la concienciación de jefes y trabajadores.

Nada de ir al gimnasio, hacer la compra o dormir la siesta durante las dos horas para comer que establece el horario actual. La jornada se adelanta, se come en 45 minutos como máximo y se acaba a media tarde, como en el resto de los países europeos.

Esa es la propuesta que defienden expertos como el coordinador de la Comisión para la Racionalización de Horarios en España, José Canseco, sobre el debate abierto por la ministra de Empleo, Fátima Báñez, al plantear un horario laboral en España que concluya a las seis de la tarde. Y es que, en el resto de países europeos, ya es casi la hora de irse a dormir cuando el español acaba su jornada laboral.

José Canseco asegura que para realizar cualquier modificación hay que empezar a cambiar la mentalidad o la denominada «cultura del trabajo». La de los jefes y la de los trabajadores. «El jefe capataz que piensa que cuanto más tarde cierre la empresa y más horas esté el trabajador en ella, mejor, está obsoleta porque se ha demostrado que no es así. Es un modelo de los años 60. Y luego está el trabajador, que debe entender que si llega media hora tarde al trabajo porque hay tráfico, y luego se toma un café, revisa las redes sociales y ya se centra en la faena... ha perdido una hora que luego tendrá que recuperar», explica Canseco, que apuesta por la «flexibilidad de horarios y opciones como la del teletrabajo. «Alargamos artificialmente la jornada y eso no beneficia a nadie».

Esta misma línea también la defiende la experta en psicología del trabajo, Marisa Salanova, que sin embargo, apunta a que en la racionalización de horarios no vale ni la imposición ni el «café para todos».

Teletrabajo, una opción real

Esa es, además, una de las principales críticas de los empleados que trabajan en el sector de la hostelería o en servicios que saben, a ciencia cierta, la dificultad de bajar la persiana de un bar a las 18 horas. «No se trata de imponer los horarios pero sí de racionalizar los mismos y de adaptarlos a las necesidades de cada sector o empresa. Se puede hacer, pero con diálogo y cubriendo las necesidades porque las imposiciones pueden acarrear más problemas que soluciones», explica.

Para Salanova, la opción del teletrabajo también es una apuesta clave para que la conciliación de la vida laboral y familiar sea una realidad. «Hay muchos trabajos que se pueden hacer desde casa. Puede acarrear ciertos problemas como los límites borrosos o la sensación de no pertenecer a una empresa, pero hay más beneficios que otra cosa. Está más que demostrado que por pasar más horas en el trabajo no se es más productivo. Pero, para empezar a cambiar las cosas debe haber mucho diálogo», concluye.