«Fumar en los bares y restaurantes era algo ´tan español´ que parecía que si dejábamos de hacerlo el país se acabaría. Pero no fue así y la medida ha sido beneficiosa. Pues con la racionalización del horario laboral pasa exactamente lo mismo. ¿Se puede hacer? Por supuesto que sí, pero hay que hacerlo de forma seria, consensuada, con una reforma pactada con las partes implicadas y con un cambio de mentalidad. Vamos, exactamente igual que ocurrió con la ley del tabaco. Ese es el mejor ejemplo».

Para Agustín Peralt „doctor en Administración de Empresas, asesor de numerosas compañías en la racionalización y optimización de los horarios laborales y profesor de la la Universidad Europea de Valencia„ la propuesta de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, para que la jornada laboral finalice a las seis de la tarde «se basa en la normativa actual, que fija la conclusión del horario laboral a las 19 horas» aunque el anuncio «haya causado tal repercusión que parece que seamos incapaces de asumir una racionalización del horario laboral, y no es así».

El experto asegura que asumir un cambio en el horario laboral implica «empezar antes, para acabar antes, comer en menos tiempo y optimizar el mismo». Y recalca: «Puedo asegurar que los trabajadores más productivos que me encuentro en las empresas son las madres que se han reducido la jornada, porque van a piñón». Sin embargo, la medida no quiere decir que sectores como el de la hostelería bajen la persiana a las 18 horas, ni mucho menos.

«Pero acabarán antes. A ver, en este país, en pleno invierno se queda a cenar en un restaurante a las 22 horas y eso no ocurre en ninguna otra parte. Si el trabajador acaba antes su jornada laboral quedará a cenar a las 21 horas y el restaurante también cerrará antes. Esos son los cambios que hay que conseguir».

Aquellos que defienden la imposibilidad de cambiar el horario laboral se centran en el clima como uno de sus argumentos más potentes. Sin embargo, para Agustín Peralt, es «un absurdo». «En Miami tienen unos horarios bien diferentes a los nuestros y muy similares a los de EE UU y mira el clima. Y el mismo ejemplo se puede encontrar en varios países sudamericanos», afirma.

Un cambio de mentalidad

Respecto a la productividad de empresas y trabajadores, el experto es claro: «Si se trabaja por objetivos somos más productivos. Pero habría que empezar por la Administración. Si al funcionario se le midiera por su productividad las cosas cambiarían».

«El trabajador, de empresas públicas o privadas, -añade- trabaja mejor por objetivos y debe eliminar esa tendencia a perder el tiempo y centrarse en optimizarlo. Porque, no nos engañemos, el español tiende a perder el tiempo y esa mentalidad debe cambiar. Las reuniones en otros países empiezan y acaban con puntualidad, por ejemplo. El empresario debe entender que no por más horas se produce más, sino todo lo contrario. Parece un cambio inasumible, pero también lo parecía la ley del tabaco y no ha pasado nada».