El abrupto apagón de RTVV dejó secuelas irreparables en parte del equipamiento técnico, al punto de que la puesta en marcha requerirá una estimable inversión. Es lo que se desprende del relato del director general de Tecnologías de Información de la Generalitat, Vicent Aguiló, al consejo rector del nuevo ente el pasado jueves, según algunos de sus miembros.

El director ofreció un paisaje crudo: monitores que habían estado encendidos durante año y medio hasta fundirse, una sala de continuidad que continuaba en marcha y en el que varias piezas habían fallado o el cambio de contraseñas en los sistemas. A eso hay que añadirle escasez de material técnico en algunos sentidos, como las únicas dos cámaras ENG -las que se utilizan para llevar al hombro- que había en el edificio, y la obsolescencia de gran parte del equipamiento, incompatible con una televisión digital y en HD. Ese es el inventario de daños que se encontraron los técnicos al revisar las instalaciones en 2015, cuando se observó la reapertura un 9 d'Octubre.

Según apuntan extrabajadores de la casa, los daños tecnológicos, en muchos casos irreparables se deben tanto al brusco apagón, con el corte de luz, como a que cuando se devolvió la electricidad al centro nadie se preocupó en revisar los equipos. Por eso había monitores que volvieron a encenderse y así se han mantenido, con una imagen fija, o una sala de continuidad en las que el aire acondicionado no volvió a encenderse pero sí el resto de sistemas, generando altísimas temperaturas que han quemado varias piezas. Respecto a las cámaras ENG, se explica que en la última etapa se alquilaron todas, alrededor de una docena, y el ente solo disponía de dos en propiedad, compradas para el programa «Societat Anònima». Las dos que aún quedan en el edificio.

«Los liquidadores de entonces encargaron un inventario que resultó ser una chapuza y no volvió a hacerse otro», denuncia sobre el conocimiento del material que había Albert Vicent, presidente del comité de empresa de RTVV.Cables cortados en Alicante

En peor estado se encuentra la sede en Alicante, donde se ordenó desmontar los aparatos. Los encargados no tuvieron bastante con desconectarlos, sino que arrancaron los cables, inutilizando totalmente el edificio, que deberá volver a ser recableado en caso de que se quiera utilizar, según lo descrito por el director general al consejo rector.