Con 21 años, este joven de Carcaixent ha ganado el I Concurso Internacional Rioja Wine & Tapas y la tercera edición del Reto Azpilicueta. Analiza la situación del sector y los retos de la profesión.

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¿Cómo se mete uno en el mundo de la cocina y decide entrar en dicha universidad?

Siempre estaba en la cocina con mi madre, cuando era pequeño, en mi casa se hacían grandes cenas y juntos experimentábamos, yo tendría 7 u 8 años. Pero siempre me ha gustado probar cosas nuevas. Cuando estudiaba en Bachillerato yo tenía las típicas dudas de si entrar en una carrera de ciencias o letras, a mí siempre me ha gustado el tema artístico porque mis padres son músicos, pero también me encantaba lo científico. Me decanté por esto segundo. Acabando el curso me enteré de la existencia de esta universidad de cocina y me interesé de inmediato: allí se mezclan el arte y la ciencia.

¿Se ha visto beneficiado el sector gastronómico por su proyección en los medios?

El sector ha ganado mucha visibilidad. Desde que yo entré en el Basque Culinary Center, creo que se ha duplicado el número de solicitudes que se reciben para entrar. Eso está bien, pero parece que al final esto solo beneficie a los chefs que ya se conocen, a los famosos, esa repercusión mediática no llega a las capas más bajas. Al final hay dos caras, más gente se interesa por la cocina, hay más salidas y la gastronomía avanza mucho gracias a esa visibilidad. La otra cara es lo que la gente desconoce: muchos cocineros trabajan en condiciones laborales que no son aceptables y yo eso lo he vivido haciendo prácticas en restaurantes de conocidos chefs.

¿Qué cosas son las que se deben mejorar en las cocinas de este país?

Los cocineros trabajan muchas horas al día y no lo hacen en las condiciones. Te levantas a las 8 de la mañana y acabas a las 12 de la noche. Necesitamos darle mayor dignidad a nuestra profesión. Que se trate mejor a la gente.