Por ser originales, porque nos gusta lo diferente o porque es tan mono que lo queremos tener en casa todo el día. Sea por el motivo que sea, cada vez es más habitual conocer a alguien que tiene un animal exótico como mascota doméstica. Muchos las han recibido como regalo en las pasadas fiestas navideñas, cuando suele aumentar su compra para, en muchos casos, satisfacer los deseos de los más pequeños. Pero veterinarios, el Seprona y asociaciones de consumidores y animalistas coinciden: una mascota no es un objeto y conlleva responsabilidades y cuidados que, en el caso de los animales exóticos, se multiplican.

«Por desgracia es habitual que en campaña navideña el animal sea objeto de compra. El boom fue hace unos años, pero se siguen adquiriendo», explica Fernando Móner, presidente de la Asociación Valenciana de Consumidores de la C. Valenciana (Avacu). «No es un objeto, es un animal, un ser vivo, que conlleva unas obligaciones -unas marcadas por la ley y otras de sentido común-», asegura el presidente de Avacu.

Aún así, si se ha decidido que un animal exótico -«animal de la fauna salvaje no autóctona que de manera individual depende de los humanos, convive con ellos y ha asumido la costumbre del cautiverio»-, se sume a la familia, desde Avacu las recomendaciones son claras: el animal debe haberse comprado con documentación que acredite que la nueva mascota cumple los convenios internacionales y ha llegado a España por una vía legal.

Para los veterinarios, este es un tema que hay que tratar «con mucha seriedad». Sí han constatado que hay una «tendencia en comprar más animales en Navidad y, en general, más gente quiere animales 'raros'». Francisco Beltrán, presidente del Colegio de Veterinarios de Valencia (Icovv) y del Consell Valencià del Col·legi de Veterinaris (CVCV), apunta que las especies exóticas solo son «adecuadas» para «personas muy expertas en tener animales», no cualquier persona, «y menos si es una primera mascota», avisa.

Los problemas crecen

Una vez ya en casa y sin adquirirlo en el «comercio ilegal que provoca daños en las zonas de origen», Beltrán aconseja realizar al animal un chequeo inicial «para cerciorarse de que no son portadores o tienen riesgo de padecer enfermedades exóticas», ni poseen «parásitos, bacterias o virus».

Al principio no existen problemas con el nuevo miembro «exótico» de la familia, pero muchas veces esto cambia con el tiempo. Algunos de los «animalitos exóticos, graciosos y bonitos», como apunta Beltrán, se convierten en seres de «mayor volumen», con «comportamientos molestos o incluso peligrosos». Así, tortugas del tamaño de una taza de café alcanzan los cinco kilos y llegan a morder, y cerdos vietnamitas de dos o tres kilos pueden alcanzar los 90. Ahí es cuando algunas familias deciden deshacerse de su mascota.

En Acció Ecologista-Agró trabajan en la preservación de la tortuga autóctona. En las labores de seguimiento han detectado miles de ejemplares de galápagos de Florida -los que tienen pequeñas manchas rojas-, que «suponen un problema», apunta el voluntario Marcos Pla.

Alicia Moreno, también de Acció Ecologista-Agró, explica que las tortuguitas que se suelen regalar son «especies invasoras», porque hacen «competencia directa» a las autóctonas, ya que son «más eficientes en la reproducción y más agresivas en la alimentación», por lo que desplazan a la valencianas.

«La gente tiene buena intención, pero poco conocimiento» e intentando «liberar» al animal que ya no quieren tener en casa, provocan un problema medioambiental sin saberlo, asegura. Lo mismo ocurre si se escapan.

Por eso, antes de liberarlos, Agró aconseja dejarlos a un centro de recuperación de fauna y desde Seprona recomiendan dirigirse a cualquiera de las fuerzas de seguridad. También se puede acudir a los veterinarios.

Regulación internacional

Entre la ciudadanía falta conocimiento sobre el tema. Por eso, el grupo de WWF en Valencia trabaja la concienciación y educación. Pablo Vicent, explica que elaboran «unidades didácticas para niños de 5º y 6º de Primaria», para prevenir que quieran tener estos animales en casa. Además, Pablo también considera que el problema, por ejemplo, con las tortugas es que se prohíbe la venta de una subespecie, pero hay muchas otras que se siguen comercializando y son igual de invasoras.

Desde el Seprona exponen que hay que diferenciar entre especies protegidas e invasoras. Para ambos casos, existe regulación internacional, nacional y autonómica. Estos profesionales de la Guardia Civil describen que, por un lado, está el convenio Cites y el reglamento europeo, que marcan diferentes grados de protección para determinadas especies. Por otro lado, están las normas estatales que regulan la fauna exótica considerada «invasora», que supone «un peligro para la autóctona».

Aunque «sí ha bajado» el tráfico ilegal de animales, los agentes del Seprona aún detectan «casos aislados que se persiguen». En Valencia, la Guardia Civil está especialmente atenta al puerto. Han tenido actuaciones con serpientes, tortugas y perros, ya que «raro es que alguien pida un mono». El reto, afirman, es erradicar la venta por Internet. Recuerdan que «de particular a particular la venta está prohibida en todos los casos» y solo se permite la cesión.

Pequeñas carpas, serpientes, cotorras verdes, urracas, cerdos vietnamitas, lagartos, peces payaso, iguanas... son algunos de los animales exóticos que ya viven en los hogares valencianos. No obstante, la recomendación general es apostar por perros y gatos -ya adaptados a este entorno, inciden desde WWF y el Colegio de Veterinarios-, y la adopción frente a la compra.