Ayer se conocía la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya en el que se confirmaba la gran invalidez a una guía turística afectada de un fibrosis pulmonar grave causada por su exposición prolongada a los excrementos de palomas cuando trabajaba en la plaza Catalunya y en La Rambla de Barcelona. En la resolución del recurso, el tribunal corroboraba que la trabajadora «estaba inhalando de forma directa el olor de los excrementos de las palomas», dando credibilidad a los informes médicos que vinculan como única causa desencadenante de la enfermedad la exposición a estos detritos.

«Coloquialmente se la conoce como la enfermedad del cuidador de aves», puntualiza el doctor Jaime Signes-Costa Miñana, presidente de la Sociedad Valenciana de Neumología. La dolencia se produce cuando los pulmones, abunda el facultativo, reaccionan de forma anómala a la inhalación de las proteínas que contienen los excrementos de las palomas y otras aves -en la sentencia de Barcelona se añade a los periquitos-. «El pulmón se llena de cicatrices y se respira con dificultad», añade el neumólogo.

A diferencia de lo que le ha ocurrido a la guía de Barcelona, la afección suele remitir con medicación y dejando de exponerse a estos detritos, «pero en casos muy severos puede requerir incluso un transplante», advierte el médico, quien señala que los neumólogos valencianos están familiarizados con esta dolencia debido a la gran cantidad de colombaires en el territorio. Frente a la alarma de la convivencia con estos animales, sin embargo, Miñana explica que la enfermedad exigiría una exposición prolongada a estos restos, así como una predisposición genética.

De lo contrario, el número de casos se habría disparado en ciudades como Valencia, donde viandantes, pero en especial comerciantes que tienen su puesto en jardines o determinadas plazas, guías turísticos o barrenderos, conviven con unas 30.000 palomas, según el último registro, indican desde la concejalía de Bienestar Animal. Allí se trabaja desde el año pasado en métodos «no agresivos» para evitar la superpoblación de estos animales. La medida más importante y que puede menguar en un 80 % la cifra de estas aves, según señala a este diario la regidora Glòria Tello, son los dispensadores de pienso esterilizante repartidos desde2016 en tres puntos -que se espera aumentar hasta a diez en 2017- de la ciudad: la Plaza de la Virgen, el mercado de Russafa y la iglesia de Monteolivete, donde había una «alimentadora compulsiva».

Junto a esta medida, el ayuntamiento le devolvió el uso a los diez palomares que se crearon en la etapa de anterior gobierno, para controlar las colonias de palomas junto a asociaciones «amigas» de estos animales.