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Investigación

La condena fílmica de los Borja

Las actas de un congreso sobre la familia valenciana más universal analiza el efecto en la leyenda negra de las 60 películas, 20 telefilmes, series y videojuegos

La condena fílmica de los Borja

Los gemidos de Lucrècia Borja serán tan lascivos que no hace falta ni entrar en la web pornográfica que exhibe El castillo de Lucrecia; la Historia y el feminismo lo agradecerán. Esta película porno de 1997 en torno a los Borja es solo una muestra del desfase fílmico que ha perseguido a la familia valenciana más universal. Que ha machacado su memoria hasta desfigurarla por completo. Que ha incrustado en el imaginario colectivo de nuestra época, por su alcance internacional, una asociación de ideas: Borja igual a lujuria, ambición ilimitada, asesinatos, envenenamientos, crueldad, corrupción, depravación.

Así lo recoge el interesante estudio «La imatge dels Borja al cinema», escrito por la profesora Josepa Cortés, experta borgiana y profesora del departamento de Història de l'Antiguitat i la Cultura Escrita de la Universitat de València. Ella ha catalogado la «impresionante producción cinematográfica» que ha dramatizado la vida de los Borja. Y el resultado es extraordinario: más de 60 películas, entre cortos y largometrajes; una veintena de telefilmes y series de televisión, algunas de ellas culebrones con cerca de cuarenta capítulos; dibujos animados y documentales dramatizados. Ha habido de todo: melodramas, comedias, aventuras de capa y espada, obras de intriga, filmes eróticos y pornográficos.

Su conclusión es rotunda: en contraste con el rigor que la historiografía del último medio siglo ha prestado a la familia que dominó Roma a principios del siglo XVI, el cine «ha insistido en los aspectos más efectistas de la biografía de los Boja, en particular su singular vivacidad erótica, la ambición desenfrenada, las intrigas políticas y los asesinatos».

Es uno de los 24 trabajos de investigación que acaba de publicar la Revista Borja, del Institut Internacional d'Estudis Borgians, y que compilan las actas del congreso Els Borja en l'art que Xàtiva acogió el pasado mayo con una misión: arrojar conocimiento y luz sobre la leyenda negra que persigue a los papas setabenses Calixt III y Alexandre VI, y a dos hijos de este último: Lucrècia y Cèsar Borja.

Escándalo en el primer filme

El cine abrazó a los Borja muy temprano. Josepa Cortés señala que el primer filme que dramatiza la vida de los Borja se remonta a 1901: un corto de un minuto de duración, titulado Borgia s'amuse, producido por Pathé Frères.

La historia es genial: esta primera película borgiana es, en realidad, la puesta en movimiento de un cuadro con el mismo título que se había presentado en un salón parisino de 1884 con gran escándalo social porque podía «herir la decencia» de mujeres y niños. La película ponía en movimiento esta escena de bailarinas desnudas delante de la atenta mirada de Cèsar y Alexandre, la complacencia de Lucrècia y la indiferencia de un perro.

Eran los orígenes del séptimo arte y su interés por los Borja fue creciendo con efecto bola de nieve. En el periodo mudo del cine se cuentan 24 títulos, muchos de los cuales se han perdido y solo se custodian unos pocos fotogramas. ¡Y eso que se conserva menos del 20 % del material filmado en la época del cine mudo!

La investigación de la profesora Cortés revela el interés global por los Borja ya en aquella época: la mitad de las películas era producciones italianas, pero también había películas de Dinamarca, Austria, Hungría, Brasil, Estados Unidos, Alemania y Francia.

Cortés tiene la teoría de por qué ese primer cine se interesó por los Borja y, muy especialmente en Lucrècia y Cèsar. Fue por el éxito que había tenido la obra de teatro Lucrèce Borgia, de Víctor Hugo, estrenada en París en 1833 y la inmediata ópera que presentó Donizetti en la Scala de Milán. Victor Hugo, subraya Cortés, ha sido «el gran guionista de los Borja, el creador de imágenes y argumentos para la primera industria cinematográfica, pero también para toda la posterior».

(B)orgía

En la época del cine mudo Lucrècia fue la estrella de la filmografía borgiana. El análisis realizado sostiene que hasta los años 50 se cometían excesos argumentales aunque sin abandonar una «cierta contención». «Pero a finales de la década de los sesenta se acentúa el erotismo de los filmes hasta llegar a las películas pornográficas», con al menos tres ejemplos en los años noventa. La historiadora Josepa Cortés ha comprobado que es «recurrente en muchas de las películas» la escena en la que se borra la letra inicial del apellido «Borgia» para dejarlo en una infamante «orgía». La escena de la orgía de la superproducción Lucrèce Borgia (1935), dirigida por Abel Gance y primera película sonora sobre la familia, tiene un sitio de honor en la historia del cine.

El análisis de Cortés pone de relieve la «sátira más cruel» que el cine ha hecho del papa Alexandre VI: Das Liebeskonzil (1981), basada en una obra de teatro de Oskar Panizza y que caricaturiza a Rodrigo Borja como símbolo de la degeneración de la Iglesia.

El videojuego maldito

La imagen que las pantallas han ofrecido sobre los Borja no se agota en el cine y las series. También el videojuego ha dado a los adolescentes de hoy un contacto tenebrista con la familia del toro en el escudo. Un artículo recogido en estas actas, escrito por el joven investigador Asís Pérez (UV), analiza el famoso videojuego Assassin's Creed, llevado ahora al cine. En él, con gran peso en la trama, aparecen Cèsar, Lucrècia y, en un papel secundario, Alexandre VI.

«El primero se describe como un personaje vil, corrupto, violento y despreciable. En el caso de Lucrecia, la imagen no es más indulgente, aparece como una mujer casquivana, vengativa y enamorada de su propio hermano, al que luego traicionará», escribe Asís Pérez. Un detalle: en el videojuego, de gran carga machista, Caterina Sforza le espeta a Lucrècia: «No me postro tan bajo como Lucrecia Borgia. Di ante quién te arrodillas, ¿ante tu hermano o tu padre? ¿O quizá los dos? ¿Se lo haces al mismo tiempo?».

Los puñales a la memoria borgiana que empezó clavando Burckard en el Renacimiento, que Víctor Hugo y Dumas ahondaron en el XIX y que el cine terminó de hendir en todo el siglo XX, están en mano de los creadores de videojuegos y de sus jóvenes usuarios. Otra generación recoge el testigo de la condena eterna a los Borja.

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