En el debate sobre el futuro y la renovación del PSOE, Ximo Puig se presenta con la bandera de las políticas que llevan a cabo las comunidades e instituciones gobernadas por el PSOE, como es el caso de la Comunitat Valenciana. Ayer el presidente valenciano defendió en el Comité Federal del PSOE la necesidad de un partido más abierto, que sepa gestionar «la diversidad» tanto ideológica como de España, con un «liderazgo claro».

Las ausencias de los valencianos que forman parte del Comité Federal fueron numerosas -se cuentan hasta nueve- y aunque de forma mayoritaria los presentes siguieron a Puig y apoyaron a la gestora, de los cinco votos que Javier Fernández recibió en contra, dos fueron de los valencianos José Luis Ábalos y Andrés Perelló.

La subida del salario mínimo y la eliminación de las reválidas o la pobreza energética son algunos de los logros que el presidente Ximo Puig atribuyó a los socialistas a nivel estatal, en su papel de «oposición útil al ciudadano», en positivo, que pacta y llega a acuerdos.

Puig renegó de quienes acusan al PSOE de dar la mano a la derecha y como muestra, puso las políticas autonómicas. «Yo estoy cada día haciendo políticas de izquierdas, por eso a mí me sonroja que a veces se plantee que nos hemos arrojado a manos de la derecha», afirmó tajante. El presidente reivindicó la labor de los socialistas en las instituciones locales y autonómicas que gobiernan y que son «el principal activo del partido» porque «estamos ya cambiando el país».

El presidente se decanta por que el debate en el PSOE sea «abierto», «no solo entre nosotros», y vaya más allá de la militancia, incluyendo a los votantes y simpatizantes. Y sobre el tono -cuestión que también intentan decidir en Podemos-, considera que ha de ser moderado, ya que «solo desde la moderación se hacen cambios radicales».

El reto del PSOE no es sencillo, y tras pero es una oportunidad para, según Puig, conseguir una «gran alternativa socialdemócrata para nuestro país y para Europa», pues el problema de la socialdemocracia no es solo de los socialistas españoles.

A pesar de que siempre se ha mostrado más partidario de hablar de proyectos e ideología por encima de plazos, el presidente del Consell fue uno de los diez valencianos que votó a favor de la propuesta de la gestora -la vencedora- para celebrar un congreso y elegir líder en junio.

Al finalizar el comité, Puig aseguró no compartir «al 100 %» el discurso de Javier Fernández, pero afirmó que las palabras del actual dirigente del PSOE son «sentidas» porque pone «emoción a la razón», «lejos del hooliganismo».

Los «críticos»

A Puig le siguieron en el voto otros nueve valencianos, entre ellos José Muñoz, Joan Lerma, Alfred Boix o Ciprià Ciscar; en todo el comité solo cinco personas votaron en contra, dos de ellos valencianos: José Luis Ábalos y Andrés Perelló, próximos a Pedro Sánchez.

Perelló era partidario de adelantar los procesos a marzo para evitar que el PSOE demore más la elección de su nuevo líder. En su discurso, de los últimos, mostró su disgusto por las críticas recibidas por no alinearse con la comisión gestora, a quienes «respeta y a algunos les quiero», matizó.

«Ni lealtad es vasallaje, ni expresar lo que se piensa es insultar», defendió. Además, apuntó que «si más veces se hubiera dicho lo que pensamos, y hubiéramos hecho lo que dijimos, ahora no estaríamos donde estamos». El exdirigente de Izquierda Socialista pidió «no alargar más esta situación» que calificó de «crisis de liderazgo», sin «relato» en la que se huye «de una izquierda que nos come el terreno». Por eso su propuesta, junto al dirigente José Antonio Pérez Tapias, fue la de convocar «congreso ya» y dar el poder de decisión a los afiliados.

Quien ayer tampoco apoyó la gestora fue José Luis Ábalos. El presidente del PSPV de la provincia de Valencia se mantiene fiel a Pedro Sánchez y junto a Puig y Perelló fue el tercer valenciano en tomar la palabra ante sus compañeros de formación.

Sin cambios en el Consell

En una entrevista a Efe, Ximo Puig aseguró ayer que «en absoluto» se plantea remodelar en estos momentos el Consell porque «está funcionando» y con «la arquitectura engrasada», por tanto, «al máximo nivel». Tras veinte meses, Puig reivindicó la «vía valenciana» para España, basada en la «convivencia, la estabilidad y la mirada suprapartidista».