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Olaechea: un arzobispo vigilado por la CIA por su "actitud anti-Franco"

Tres informes secretos de la agencia de inteligencia estadounidense elaborados en la posguerra reflejan la vigilancia al prelado de Valencia

Olaechea: un arzobispo vigilado por la CIA por su "actitud anti-Franco"

Los informes de la CIA desclasificados por el presidente Obama antes de dejar la Casa Blanca han sacado a la luz documentos secretos elaborados en plena posguerra española que sitúan al entonces arzobispo de Valencia, Marcelino Olaechea, como un personaje antifranquista al que debía prestarse atención por su influencia política contra el régimen.

Un informe del 10 de septiembre de 1948, antes protegido por las calificaciones de «secreto» y «confidencial» y que ahora ha llegado al dominio público, contiene información procedente de una conversación entre una fuente de la CIA y el intelectual español Gregorio Marañón. En ese informe, la CIA recoge que el Ejército es el principal obstáculo para un cambio de régimen que deponga al de Franco. En cambio, la Iglesia no está tan en bloque adherida al caudillo golpista. Este informe da una «gran importancia la actitud sinceramente anti-Franco de Marcelino Olaechea, arzobispo de Valencia».

El falangista que Franco odiaba

No es la única vez. Entre estos papeles de la CIA hay un documento que muestra cómo la situación política e ideológica de aquellos momentos era más compleja de lo que muchos recuerdan. Se trata de un informe del espionaje estadounidense, del 23 de agosto de 1948, sobre las actividades de Manuel Hedilla Larrey, un político falangista que había sido segundo jefe nacional de Falange Española y sucesor de facto de José Antonio Primo de Rivera. El historiador Federico Bravo Morata subraya que su retórica revolucionaria y anticapitalista le granjeó enemigos en el bando más conservador y tradicionalista de los sublevados. Franco rompió con Hedilla. Junto con otros 600 falangistas, fue arrestado en la operación del franquismo para descabezar a Falange acusándolos de conspiración. Había que amarrar el statu quo.

Un consejo de guerra condenó a cadena perpetua a Hedilla. Pasó cuatro años de cárcel, otros seis de confinamiento en Mallorca y en 1947 recuperó la libertad. Pero siempre con el franquismo vigilándole de cerca.

Un año después de esa puesta en libertad, cuando es elaborado este informe con destino a la sede central de la CIA, se pone de manifiesto que el arzobispo Marcelino Olaechea no quiso hacerle el vacío a Hedilla. El arzobispo de Valencia, señala el informe, «se negó a retirar una invitación a Hedilla para asistir a una fiesta religiosa celebrada durante la primavera pasada, diciendo que no podía negarse la admisión a ritos puramente religiosos a un caballero cristiano como él».

«Simpatizante de Don Juan»

El informe de la CIA constata que el arzobispo Olaechea fue «presionado fuertemente para que retirara la invitación» a la asistencia de Hedilla porque «podría dar lugar a una manifestación que incomodaría a varios ministros que iban a asistir» a esa ceremonia. La fuente consultada por el agente de la CIA que redacta el informe señala que, al final, Hedilla asistió a las ceremonias pero no intentó aprovechar la ventaja política de la ocasión.

Tras referir este asunto, el informe (del que se han ocultado los nombres de las fuentes informantes) apostilla un «Washington Comment», un comentario dirigido a la central de la CIA con la siguiente aclaración: «La aparente amistad del arzobispo de Valencia con Hedilla es interesante en vista del hecho de que Olaechea había sido previamente reportado como un simpatizante de Don Juan». Reportado, se entiende que en otro informe interno de la agencia de inteligencia americana.

Una reunión sin visado

Y así fue: hay un último informe de la CIA en que el arzobispo Marcelino Olaechea es señalado como parte de la oposición al franquismo. En un documento secreto de la CIA del 18 de abril de 1947 se detalla una reunión de promonárquicos españoles en Estoril (Portugal). El texto pone de relieve que a algunos les denegaron el visado y que el arzobispo de Valencia «pensó que no valía la pena solicitar un visado de salida en vista de su posición frente a Franco».

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