El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ha ahondado esta mañana en un relato autonomista frente a las decisiones que adopte su partido en Madrid. Puig ha reprochado a la síndica popular, Isabel Bonig, que se plegara a la consigna de Génova, la sede nacional de su partido, en la designación de candidatos a la renovación parcial del Tribunal Constitucional. Puig, en su comparecencia en las Corts para informar sobre la reciente conferencia de presidentes, ha asegurado: 'No me van a imponer nunca desde Madrid nada, como a ustedes como ha ocurriendo con los magistrados del TC, jamás Ferraz mandará en este Gobierno como Génova mandó con el suyo'. Puig ha apelado al diálogo entre el Gobierno de Rajoy y las autonomías con el ejemplo de lo que ocurre en la Comunitata Valenciana con el mestizaje de PSPV y Compromís. 'Hemos hecho de la pluralidad virtud', ha dicho. El Gobierno central no es un árbitro es un actor más, el tiempo del centralismo ha pasado y estamos rompiendo los muros de la invisibilidad. No somos el levante feliz, sino la paria del Estado autonómico' ha remarcado y ha ensalzado que el Consell haya conseguido poner fecha a la reforma en 2017. Puig ha reclamado fórmulas para la condonación de la deuda histórica porque es imposible abrir una nueva etapa con un lastre de 43.000 millones. La portavoz del PP, Isabel Bonig, ha propuesto que desaparezca el impuesto de donaciones y sucesiones. 'No se puede hacer negocio de la muerte con un impuesto confiscatorio', ha dicho. Bonig ha reprochado a Puig que no solicitara más deuda histórica en la Conferencia de Presidentes. La presidenta del PP ha ofrecido a Puig varios pactos sin entrar en el Consell. En empleo para evitar la fuga de inversiones, en educación, financiación de ayuntamientos o agua.