La rápida transición de la sociedad valenciana hacia el invierno demográfico, tiene una evidente consecuencia sobre el territorio en el despoblamiento de las zonas rurales. Cuatro comarcas del interior de la Comunitat son ya técnicamente lo que se llama un desierto poblacional al contar con una densidad inferior a los 10 habitantes por kilómetro cuadrado (h/km2). Son els Ports, con 5 vecinos por cada km2 según los últimos datos definitivos del INE (1 de enero de 2016), el Alto Mijares (5,9 h/km2), el Rincón de Ademuz (6,5 h/km2) y el Valle de Ayora (8,9 h/km2). La Serranía (11,7 h/km2) y l'Alt Maestrat (10,6 h/km2) están a punto de caer por debajo de dicho umbral.

En estas seis comarcas que ocupan más de una quinta parte del territorio (5.152 km2) apenas residen todo el año 44.549 personas, el 0,9 % de la población valenciana. No cuentan con ningún kilómetro de autovía y el ferrocarril las dejó de lado ya desde el siglo XIX.

El Comité de las Regiones considera que el Fondo Europeo de Desarrollo Regional «puede contribuir a que las zonas con altos índices de envejecimiento, ruralidad y éxodo poblacional puedan mejorar sus infraestructuras de transporte, telecomunicaciones y turismo, reducir la brecha digital, contar con mejores servicios públicos, y apostar por la adaptación de las viviendas y recursos residenciales».

«El Fondo Social Europeo -insiste el CDR- puede realizar una labor muy importante en relación con la formación de los jóvenes, frenar su éxodo y facilitar su retorno a su lugar de origen». Asimismo, prosigue «puede contribuir a fomentar la empleabilidad de las mujeres, favorecer un mayor equilibrio entre vida profesional y familiar y luchar contra la exclusión social de las personas de edad avanzada;

Sobre la política de transporte, el comité subraya «la importancia de no dejar aisladas a las zonas demográficamente menos activas, para evitar una exclusión mayor, pues muchas veces coinciden con áreas rurales» mal comunicadas.