«Gracias por ser tan chévere». Algunos no encontraron ayer mejor expresión -ni más ecuatoriana- para calificar los 10 años de mandato del presidente Rafael Correa. El líder latinoamericano paró en Valencia, durante su gira de despedida que realiza por varias ciudades españolas, antes de dejar el poder.

El presidente Correa fue recibido por más de 1.500 ecuatorianos afincados en la C. Valenciana, al grito de «¡viva!» y, sobre todo, «¡gracias, presidente!». No dejó de saludar a sus compatriotas, con quienes se hizo fotos, selfis e incluso felicitó a una mujer por su cumpleaños.

Además de sus seguidores, Rafael Correa también fue recibido por las máximas autoridades al pisar la Comunitat Valenciana y Valencia. A mediodía, se reunió con el presidente Ximo Puig, con la vicepresidente Mónica Oltra, y el conseller de Educación Vicent Marzà; y también fue saludado por Juan Carlos Moragues, delegado del Gobierno.

Por la tarde, asistieron al acto en el Palacio de Congresos: el alcalde Joan Ribó; la primera teniente de alcalde y concejala, Sandra Gómez; Roberto Jaramillo, concejal de cooperación; y Enric Morera, presidente de las Corts.

«El país les negó oportunidades»

A pesar de la visible emoción y el «nudo en la garganta» que el presidente Correa aseguraba tener, quiso reconocer el papel de aquellos que nacieron en Ecuador pero se vieron obligados a emigrar. «Lamentablemente, el país les negó oportunidades», afirmó. «Con sudor y esfuerzo se ganaban ese euro en Valencia y lo enviaban a su país», apuntó, antes de afirmar sin dudar: «las remesas de aquellos que expulsó su tierra, nuestros migrantes, son lo único que salvaron al país». Es por ello por lo que, a pesar de la distancia, el presidente quiso recordarles que «no están solos, tienen todo nuestro cariño, gratitud y respaldo».

Correa hizo un repaso de la crisis de 1999 que provocó que muchos ecuatorianos partieran, tras la pérdida de sus ahorros y el fin de la moneda propia. Por otro lado, manifestó que la revolución «debe continuar» y destacó el crecimiento económico del país, el aumento de la equidad y la seguridad, y la construcción de infraestructuras ferroviarias, entre otros avances de los últimos años. Asimismo, hizo autocrítica y pidió «perdón» por los últimos casos de corrupción, problema que aseguró estar combatiendo.

Las llaves de la ciudad

Joan Ribó le otorgó de forma simbólica «la llave de la ciudad» a Correa, tras un elaborado discurso en el que destacó las similitudes entre Valencia y Ecuador.

El alcalde, muy aplaudido, se refirió a los presentes como «vecinos y vecinas de Valencia con sangre ecuatoriana». Destacó que ambos pueblos en algún momento tuvieron que salir en busca de una vida mejor y afirmó sentirse «honrado» de que hayan «elegido Valencia para vivir», una ciudad que les recibe «con los brazos abiertos».

«Compartimos esfuerzo, dignidad y solidaridad» además de «un profundo orgullo por nuestras raíces», puntualizó Ribó, quien recordó que estuvo en Ecuador cuando Correa fue elegido por primera vez y pudo «comprobar la ilusión de la gente». Además, el alcalde también puso al presidente ecuatoriano como ejemplo: «Su tarea y la de otros presidentes americanos es vista con admiración y esperanza».

El mandato de Correa, que finalizará después de los comicios del 19 de febrero, es conocido como «la década ganada». Sus seguidores, reunidos ayer, le destacaban como «uno de los mejores presidentes, reconocido en todo el mundo» y como el político «de los inmigrantes» que «defendió a las minorías» y «dio derechos a los olvidados». En su visita a Valencia, estuvo acompañado por Guillaume Long, canciller de Asuntos Exteriores, y el cónsul en Valencia, Gabriel Monge.