«Hay que actualizar los caminos, los valores son los mismos». Con esta frase sobre los retos de la socialdemocracia finalizó Ximo Puig su intervención ante el comité nacional de los socialistas valencianos y en esa línea conceptual y de ideas, muy lejos de gritos y navajazos (dialécticos), se desarrolló el encuentro. A las 21.30 iban diez intervenciones de entre los cerca de 200 participantes y ni una crítica con la posición de la dirección, según diversos participantes (el intercambio de opiniones posterior al mensaje de Puig es cerrado a la prensa).

Puede sorprender, si se tiene en cuenta que el máximo órgano de dirección del partido entre congresos no se reunía desde julio y que en el intervalo ha caído un secretario general del PSOE con la participación activa en la operación del líder del PSPV.

A pesar de las protestas de octubre; del incansable sonido del ´no es no´; de la batalla entre el exjefe, Pedro Sánchez, con la dirección actual, y de que uno de sus principales apoyos está en la organización provincial de Valencia, con José Luis Ábalos al frente, ayer tocaba el silencio.

Ábalos prefirió no pedir la palabra (no es nuevo en las últimas reuniones, sí en los comités nacionales, en los que ha participado hasta ahora). Incluso abandonó el salón de actos de Blanqueries antes de que finalizara el turno de intervenciones. Tampoco lo hizo Andrés Perelló, uno de los habituales al lado de Sánchez en sus actos públicos. Tampoco Francesc Colomer. Sí lo hizo Vicent Garcés, uno de los veteranos que fue dirigente de Izquierda Socialista. Fue para loar la línea valencianista y federalista destacada por Puig y llamar contra la islamofobia.

Es más. Sí que se escucharon, por contra, algunos comentarios contra los críticos, por hablar de otras cosas y no defender la acción de gobierno, o por escudarse en las redes sociales. Las lanzaron Adolf Sanmartín y José María Ángel, según las fuentes consultadas.

Para entender la ausencia de reproches públicos a la dirección de país hay que considerar el factor gobierno: el Consell vuelve a estar en manos socialistas después de veinte años y es un estabilizador de pasiones efectivo como pocos.

También porque gobierno se traduce en mayor proporción de cargos públicos, además de concejales y otros electos, entre los componentes del comité nacional.

Con la asamblea transformada en balsa de aceite, lo más significativo fue el discurso de Puig, que dejó por unas horas el traje de presidente de la Generalitat y se permitió incluso deslizar alguna puya a los socios del Consell.

El sello del PSPV en los gobiernos es «solvencia, eficiencia y capacidad», dijo. «Nuestra diferencia es que sí que sabemos gobernar y cambiar las cosas». Otros, añadió, hablan de Marx, pero pocos lo han leído. Sonó a mensaje a Compromís y Podemos.

Como cuando definió el valencianismo del PSPV como «inclusivo». «El otro es menos integrador; el nuestro habla en valenciano y castellano y mira al norte y al sur», explicó.

Y pidió contundencia a los suyos ante «bromas» del PP como la de querer visitar «el destrozo» que dejaron en la línea T2 del metro: «Hace falta que contestemos con más vehemencia». O ante la «indignidad» del presidente de la Diputación de Alicante por desmarcarse del Fondo de Cooperación Local. «Residuo del pasado», le dijo.

La política de hoy es la de la gestión de la diversidad, la del fin de los «alineamientos partidistas». Ese mensaje era para el PSOE, porque el PSPV asegura lealtad, pero reivindica voz propia (el caso de la financiación) y estar en la agenda: «Demasiadas veces hemos renunciado. Se ha acabado ningunearnos», sentenció Puig.

Lo importante no son los debates nominalistas sobre el futuro líder del PSOE, reiteró, porque «nadie tiene la varita mágica para salvar la socialdemocracia». Lo necesario, en su opinión, es una alternativa socialdemócrata europea potente que plante cara al enemigo de la democracia, que es Trump», el que angustia al mundo con su muro mexicano mientras España es la última en reaccionar, lamentó.

Esa es, en extracto, «la vía valenciana» del socialismo, que funciona no solo en derechos sociales, sino en la mejora de la economía: «A veces hay prevención a la empresa y la economía en la izquierda. En nosotros ninguna, porque sin crecimiento no hay redistribución».

La batería de mensajes fue antes de la ausencia de críticas a la dirección. Así, en paz, a los socialistas valencianos les dieron las diez. Hora de cerrar y pasar página.

Seis valencianos en la tarea de diseñar el nuevo PSOE

Al menos media docena de valencianos estará en los equipos que redactarán la ponencia para el próximo congreso del PSOE, el documento del que debe emanar un nuevo proyecto para la socialdemocracia española.

La comisión gestora encargó la tarea a Eduardo Madina (la parte política) y a José Carlos Díez (la económica) y ambos han diseñado un equipo amplio, que está previsto que presenten su equipo en las próximas horas. Según ha podido saber Levante-EMV, los miembros del PSPV Julián López, Rocío Briones, Zulima Pérez, José Benlloch y José Muñoz estarán en el equipo del economista. Madina ha contado con Federico Buyolo.

Tanto Briones como Pérez y Buyolo son altos cargos del Consell. Zulima Pérez es secretaria autonómica de Transparencia, Buyolo es director general de Cooperación y Briones ocupa otra dirección general, la de Empleo. Julián López estuvo en la Conselleria de Hacienda hasta que encabezó la lista por Alicante en las dos últimas generales. Muñoz es el único representante valenciano en la gestora socialista. La inclusión de Benlloch, alcalde de Vila-real, en la lista de Díez supone un gesto hacia el municipalismo.