Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La radiografía del PSPV

La misión de reparar la fractura interna (y con la sociedad)

El misterio socialista inmediato es si, en los tiempos del Brexit y Trump, la dirección del PSPV será capaz de atraer a la hasta ahora fiel militancia a sus ideas para ganar en España

Susana Díaz y Ximo Puig. efe

El PSPV -y todo el socialismo español- se enfrenta en los próximos meses a un paisaje desconocido. Y apasionante, visto al menos desde la barrera. ¿Serán los cargos del partido, posicionados de forma mayoritaria al lado de la comisión gestora y lo que podríamos llamar ´la línea oficial´, capaces de atraer a la militancia a sus criterios?

El tiempo ha empezado ya a producir su efecto relajador de tensiones, pero hace solo cuatro meses, tras el espectáculo del comité federal de la caída de Pedro Sánchez, la fractura entre las bases y la dirección estallaba ruidosa en las calles. Lo que en el pasado no hubiera generado dudas, la capacidad de los dirigentes de orientar la opinión de la militancia, en los tiempos de las redes sociales, el Brexit y Trump sí las deja.

Ese es el principal reto del socialismo de cara al congreso federal de los días 17 y 18 de junio: forjar un proyecto común; que la batalla de las primarias de mayo no dé paso a una guerra de guerrillas entre vencedores y vencidos.

Sin paz interna es difícil además que el mensaje socialista pueda volver a seducir a unas clases medias urbanas y empobrecidas que se han ido alejando de la política en general y del PSOE en especial. Ahí están las formaciones de la antes llamada nueva política para demostrarlo.

Pero el territorio valenciano es hoy por hoy uno de los tableros de la división socialista, con la estructura provincial de Valencia -con su secretario general (José Luis Ábalos) al frente- y algunos rostros conocidos subidos en los primeros asientos del autobús de Pedro Sánchez en su lucha por reconquistar Ferraz.

Con tal panorama interno, Blanqueries solo puede presentarse como el paradigma de la defensa del pluralismo, que suena bien en los oídos progresistas, pero que es un valor a la baja cuando llega el momento de la fontanería política y de reclamar mayores cuotas de poder. Entonces es muy posible que Ximo Puig no pueda hacer valer que lleva tras de sí una organización en bloque (la segunda en número de afiliados, con más de 16.000 -las cifras del PSC nadie se las cree a estas alturas-) y es posible que le pase factura. Siempre en el caso de que la posición oficial, que todo indica que será la que represente finalmente Susana Díaz, resulte triunfadora en las primarias.

En este contexto convulso, Puig se ha embarcado en un nuevo relato del PSPV, más cerca de un partido independiente que de una organización territorial, más cerca del PSC o de la federación andaluza (verdadero espejo) que del socialismo riojano o cántabro.

Ir por libre (dentro de unos límites) no es solo la consecuencia de la filosofía federalista que pregona el secretario general del PSPV. Es también una herramienta estratégica para facilitar el desmarque de las posiciones comunes del socialismo cuando los intereses del Consell lo requieran. Porque Puig ocupa el Palau de la Generalitat (y si lo renueva así seguirá siendo) en cohabitación con Compromís y con el visto bueno de Podemos. Y la estabilidad del Consell no puede peligrar por un seguidismo partidista hacia el PSOE. Una federación con personalidad y voz propia hace más fácil salirse del tiesto.

El gobierno autonómico es un alimento que los socialistas no probaban desde hace veinte años. Confían en que les dé un empujón en los resultados de las elecciones autonómicas de 2019, pero el ambiente de discusión interna es un freno a esas expectativas optimistas. Ximo Puig insiste en poner el foco en la acción del Consell, pero el conflicto prevalece. Es evidente cuando diariamente es preguntado por la disputa entre Patxi López, Pedro Sánchez y, previsiblemente, Susana Díaz.

El Consell es también un factor de garantía para el liderazgo de Puig, hoy en día incuestionable, a pesar de la participación activa en la caída del exsecretario general. El pronóstico sería un congreso de país pacífico para el president y una renovación sin contrincantes de cara a un ciclo más. Pero con unas primarias y un congreso calientes en España en el camino, ¿quién se atreve a decir dónde estará el socialismo en julio?

Compartir el artículo

stats