Diga lo que diga el presidente estadounidense Donald Trump, el cambio climático está llamando a las puertas de Europa, donde se discute ya sobre si está haciendo los suficiente no ya para evitarlo -si todavía estamos a tiempo- sino para prepararnos «con estrategias y políticas de adaptación adecuadas para reducir los riesgos asociados a las condiciones climáticas extremas actuales y previstas».

Así lo piensa Hans Bryninckx, director ejecutivo de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), que recientemente ha publicado el informe sobre «Cambio climático, impactos y vulnerabilidad en Europa».

El informe, basado en indicadores del cambio climático, ha sido elaborado por la propia AEMA en colaboración con el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades, la Organización Mundial de la Salud y tres centros de investigación europeos. Y no habla de futuros inciertos, sino de cosas que ya están ocurriendo.

Los impactos «observados» y los «proyectados» del cambio climático son especialmente críticos para el área mediterránea en comparación con otras áreas geográficas de Europa. El informe habla de un incremento de las olas de calor, del descenso en las precipitaciones y el caudal de los ríos así como del incremento del riesgo de sequías, pérdida de biodiversidad e incendios forestales.

Parece seguro también «un aumento de la competencia por el agua entre sus distintos usuarios» y un incremento de la demanda de agua para la agricultura al tiempo que descienden los rendimientos en muchos cultivos.

Los riesgos aumentan para la producción ganadera y también para la salud de las personas, con un incremento de la mortalidad por las olas de calor y una expansión de los hábitats para mosquitos y otros insectos que actúan como vectores de enfermedades ahora consideradas «tropicales».

En muchos sentidos el informe no aporta nada nuevo. Su contundencia radica en que todo lo que se anticipó está ya ocurriendo mientras al otro lado del Atlántico se niega la mayor. Para el director de la AEMA, Hans Bryninckx, no existen dudas: «Los cambios observados en el clima ya están teniendo una repercusión considerable en los ecosistemas, la economía, la salud humana y el bienestar en Europa».