Aunque la manzana donde se encuentran las siete empresas afectadas por el devastador incendio de Fuente del Jarro -cuatro de ellas en estado de destrucción total- seguía ayer acordonada por la Policía Local de Paterna mientras los bomberos trabajaban en la total extinción de los pequeños focos que aún quedaban activos, fueron muchos los trabajadores que se acercaron a lo largo de la mañana a sus puestos de trabajo para comprobar el estado en el que habían quedado las naves, movidos por la incertidumbre de no saber qué va a ser de ellos ahora, ni cuándo podrán volver a trabajar o si las más dañadas se repondrán a este duro golpe.

«Toda una vida trabajando y el fuego nos ha dejado sin nada», se lamentaba Isabel, que lleva 35 años dejándose el alma junto a su marido en la empresa de productor cárnicos Gourmet, reducida a un esqueleto inerte de metal. «Cuando nos desalojaron sabíamos que en el momento cambiara el aire nuestra fábrica corría serio peligro, pero tampoco nos imaginábamos este desastre», admitía José María, otro empleado con 18 años de experiencia.

La desesperación de ver un negro futuro laboral a corto plazo se mezclaba con la indignación de aquellos que no consideraban justo que una empresa con productos químicos altamente iniflamables estuviera tan cerca de naves como Creaciones Arppe, de accesorios de animales de compañía, aparentemente inofensivas. «Cuando una empresa de mucho riesgo se carga a otras seis sin venir a cuento, mientras ellos tienen sus depósitos más peligrosos bien alejados de sus oficinas te preguntas muchas cosas», criticaba Pedro.

Numerosos operarios de Productos Caselli y TMD Friction se acercaron a primera hora de la mañana para retirar, con la supervisión de la policía, sus vehículos, que tuvieron que dejar allí estacionados en las calles Ciutat de Barcelona e Illes Canaries, tras salir apresuradamente ante el riesgo que corrían tras escuchar las primeras explosiones. «Estamos esperando a que nos dejen entrar para coger las llaves y la documentación, se nos quedó en las taquillas y todavía no dejan pasar», explicaba un trabajador de TMD Friction. Otros como Paco, de Gourmet, optaron por llamar a una grúa para llevarse su coche ya que no tenían más copias de las llaves en casa y no guardan ninguna esperanza de que quede algo en el interior de la nave.

«Tuvimos que salir con lo puesto»

«Tuvimos que salir con lo puesto, en los vestuarios se quedó todo; el móvil, la cartera, la ropa», apuntaba Raimundo señalando su vehículo. Para que el desalojo de las naves fuera más fluido y no se colapsaran las salidas, el Ayuntamiento fletó autobuses de Edetania para sacar a los trabajadores y que de esa forma no tuvieran que coger sus coches.

Pese a las imágenes desoladoras que se encontraron al llegar, algunos trabajadores como Isabel no pierden la esperanza y confían en que su empresa saldrá a flote. «Somos buenos fabricantes de patés, hay que ser optimistas». Ejemplos como la empresa Fontestad de Museros o Campofrío en Burgos, dan fe de ello.