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«Perdí media pierna y una mano en Siria y sólo quiero recuperarme para poder trabajar»

Mohamed Marawi cumple el perfil de la mayoría de refugiados sirios: un hombre joven que huye solo. Es al colectivo al que se recibe con más recelo, pero en la mayoría de casos los muchachos se van con lo puesto para evitar el reclutamiento en un servicio militar obligatorio que en Siria dura 3 años. Mohamed ya estaba haciendo el servicio militar cuando huyó del infierno. Un avión bombardeó la zona donde él estaba. La mitad de los que estaban con él murió. La otra mitad resultó herida. Mohamed se encontraba en esa segunda mitad y así, con la pierna destrozada y con la mano derecha convertida en muñón, llegó hasta Turquía, donde un médico le hizo una especie de remiendo provisional.

«Luego fui a Grecia, donde estuve 6 meses en un campo de refugiados y de allí, en avión, hasta España», explica. Fue en julio. Entre esos 115 refugiados que llegaron a España „de los que ocho acabaron en València„ estaba Mohamed. Un joven en silla de ruedas que se ajustaba los tornillos de su maltrecha pierna como podía. Ahora está en mano del doctor Cavadas, que le ha prometido recuperar la pierna e implantarle una mano. «Solo así podré trabajar porque sin trabajo ¿cómo viviré?», afirma.

Mohamed ha perdido la sonrisa. A él no lo acompaña ningún miembro de su familia. Salió de Siria y lo abandonó todo, pero le preocupa cómo están y solo recibe malas noticias. Está solo y las secuelas que arrastra de su vida como niño soldado le encogen el alma a cualquiera. De las psíquicas ni hablamos. Agradece a España su acogida. Le preocupa el futuro que le espera, sobre todo si permanece tullido. La salud es lo primero, pero también acude a las clases de español que proporciona el CAR.

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