La familia de Sara Majarenas, la presa etarra que cumple condena en Picassent, pide su liberación para que pueda estar junto a su hija, la pequeña que hace mes y medio fue apuñalada por su padre en un domicilio de Benifaió.

La niña, de dos años, vive junto a su madre en Prisión, y pasaba aquel fin de semana con su padre. No obstante, el próximo jueves la menor cumple tres años, edad a partir de la cual los menores no pueden permanecer con sus madres en la cárcel. Es por esto por lo que la abuela de la niña, Kontxi Ibarreta, pide que Majarenas sea puesta en libertad, ya que considera que cumple los requisitos (ya han pasado tres cuartas partes de su condena) y la menor no puede estar sin su madre.

«La niña necesita a su madre. Físicamente está bien pero tiene muchas secuelas. Se acuerda perfectamente de lo que le hizo su padre», explica Ibarreta, en una entrevista que publicó ayer el diario vasco Gara. La niña fue dada de alta el pasado 21 de febrero. La abuela materna estuvo pendiente de sus cuidados hasta la semana pasada, cuando volvió al País Vasco y la menor regresó a prisión junto a su madre. «En la UCI fue muy duro porque la niña estaba mal, se despertaba constantemente y preguntaba por su 'ama'. En planta era más llevadero porque podía salir de la habitación», explica la abuela.

Además, la mujer también se queja en la entrevista de la actuación de la Generalitat. «La niña fue tutelada por la Comunitat Valenciana durante casi un mes. Todos los permisos para operar a Izar los firmaron ellos. Nos decían que era una niña desprotegida porque su padre le había agredido y su madre estaba en la cárcel. Pero nosotros estábamos allí desde el primer día. ¿Cómo se hace cargo la Comunidad Valenciana? Era aberrante, la niña es nuestra», afirma.

La abuela materna considera que es «un despropósito que una niña tan pequeña esté pasando por todo esto». Apunta que cuando le dicen que quizás tenga que separarse de su madre «se agarra a ella y se enfada». «Las han separado muchas veces y no se fía; esto puede crearle una inseguridad muy grande», asegura la abuela.

Kontxi Ibarreta también critica que pasaron «tres semanas» hasta que su hija pudo estar en el hospital con la niña de forma permanente, bajo custodia policial, más allá de algunas horas de visita al día. «Su madre venía una hora y se iba. La niña no lo entendía. Ha superado la gravedad física, pero psicológicamente no está bien, tiene miedo».

Ante la inminente separación de madre e hija a partir del jueves, varios colectivos vascos han formado una plataforma y todos los partidos del Ayuntamiento de San Sebastián menos el PP (PNV, PSE, EH Bildu e Irabazi) han pedido la libertad de Majarenas. La menor se irá a vivir con su familia materna a San Sebastián, afirma la abuela.