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Educación

98 años aprendiendo

José Liñán es el alumno más mayor de la Comunitat Valenciana y hoy cumple 98 años

Pepe Liñán, en su clase de la EPA de l´Alguer, donde sus compañeros y profesores le han rendido homenaje germán caballero

Tenía 17 años cuando las tropas franquistas realizaron una redada en la embajada inglesa de Madrid y lo apresaron. Tenía exactamente la misma edad que los alumnos con los que hoy comparte instalaciones en la Escola de Adults de l´Alguer de València cuando lo ingresaron en la cárcel de Burgos, donde pasó 16 años durmiendo en una tabla, sobreviviendo a la miseria y el hacinamiento, y con una pena de muerte que le hacía pensar que cualquier día podía ser el último. La vida de aquel José Liñán que se alistó voluntario con 17 años nada tiene que ver con la de sus compañeros de centro. La única similitud puede ser que, mientras ellos viajan hoy a la nieve para esquiar, él hacía lo propio en la guerra, pero como miembro del batallón alpino. Los chavales le han regalado flores. Es su cumpleaños. 98 años. Él les ha regalado un mensaje: «Creed en la democracia. Las cosas se hacen por nosotros mismos. Si quieres que te respeten, respeta a los demás».

José Liñán es el alumno más mayor de la Comunitat Valenciana. Hoy cumple 98 años y lleva 15 asistiendo tres días a la semana a la EPA de su barrio, donde recibe clases de matemáticas, lengua, historia, atención y memoria. No ha faltado nunca a una clase. Ni por enfermedad, aunque José tiene una salud de hierro. Solo toma medicación para la tensión. Sin embargo, hay que llamar a las cosas por su nombre y a José nadie le conoce como José. Todos le llaman Pepe (Pepito los más allegados).

Para Pepe asistir a las clases supone una rutina que no quiere perder. «Me da la vida», asegura. Persona inquieta desde joven y ávida de aprendizaje, recibió su formación profesional como aparejador en la prisión de Burgos. «Éramos muchos presos y había de todo. Los arquitectos e ingenieros que estaban conmigo me dieron clases y salí de prisión con los conocimientos suficientes para ser aparejador, pero sin el título, claro... Fue mi salvación porque he trabajado de topógrafo y en la construcción toda la vida», explica. Recuerda, a la perfección, el día en que salió de prisión, tras 16 años de encierro. Tenía 33 años. «Me esperaban mi mujer y su hermana en la puerta. Volví a la vida», recuerda.

Es natural de Linares (Jaén), pero se declara madrileño de adopción ya que, tras salir de la cárcel, vivió en la capital hasta que falleció su mujer, en 1991. Su cuñada, Mª Carmen García, vivía en València y le invitó a compartir su casa. Ni se lo pensó. Nada le ataba ya a Madrid. La pena era demasiado grande y los recuerdos estaban demasiado presentes. Ella es clave en la vida de Pepe. Es su cuñada, su amiga, su cuidadora, su enfermera y su compañera de clase. Todos los lunes, miércoles y jueves acuden juntos a clase.

Sus profesores lo definen como «un alumno excepcional». «Muy aplicado, se involucra mucho y tiene ganas de aprender y mejorar», explica Joana, su profesora de Historia. Él tuerce el gesto. «He perdido mucho y eso me da rabia», reconoce. Acaba la celebración de cumpleaños. El aula cambia de alumnos. Joana debe explicar Historia de España a los más jóvenes. Empezará por la vida de Pepe, un ejemplo perfecto de carne y hueso.

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