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Votación

Punto de partida para la candidata Bonig

La militancia da la espalda a unas primarias de perfil bajo, pero que legitiman a la lideresa en su camino hacia la Generalitat - La presidenta seguirá con su núcleo duro y piensa en una ejecutiva "de batalla" con premio para los más activos estos dos años

Punto de partida para la candidata Bonig

Isabel Bonig está a punto de quitarse una de las espinitas que lleva clavada desde que el dedo de Mariano Rajoy la señaló como sustituta de Alberto Fabra al frente del PP de la Comunitat Valenciana tras la debacle electoral de 2015. Hoy lunes, de 18 a 21 horas, se colocarán las urnas para que los militantes decidan quién quieren que les dirija los próximos cuatro años con la vista puesta en las autonómicas de 2019. Bonig tiene la partida ganada desde mucho antes de que se convocara el Congreso Regional del PPCV, previsto para el 1 y 2 de abril. Nadie con peso en el partido ha querido presentar batalla y el aspirante alternativo (José Luis Bayo) carece de opciones. De hecho, salvo sorpresa mayúscula, quedará apartado de la carrera mañana mismo. Necesita mínimo el 10% de votos para que su candidatura llegue al congreso y que Bonig no reúna el 50 % de los apoyos en las tres provincias. Ninguna de estos dos objetivos está a su alcance.

La dirigente popular ha dedicado esta semana a recorrer los pueblos, aunque su campaña no estaba volcada en confrontar proyectos con un rival al que ha ninguneado sin problema alguno. Su objetivo era otro: tratar de activar el partido y fortalecerse internamente en una carrera de fondo con meta en 2019 y que se encuentra a medio recorrido.

Así las cosas, la única incógnita de hoy será saber cuántos de los 8.000 inscritos votarán y si habrá o no voto de castigo. Las primarias del PPCV, las primeras en la historia de la organización, no han logrado movilizar al partido: menos del 8 % del censo de militantes y, de momento, las ponencias no han generado ningún debate interno. Apenas se han presentado enmiendas y ello a pesar de que hay documentos, como el político, que recoge temas controvertidos como el código ético, la limitación de mandatos o el régimen de incompatibilidades.

La falta de entusiasmo de las bases con un proceso en el que Bonig se implicó personalmente desde un principio es, sin duda, un revés para el «nuevo PP», pero, a pesar del bajo perfil de estas primarias Bonig logrará su objetivo de ver legitimado y apuntalado su liderazgo. Las primarias son punto de partida de una hoja de ruta mucho más amplia y cuya meta es la presidencia de la Generalitat en 2019.

Pero, como en toda carrera, hay etapas que cubrir y la del proceso interno no termina para Bonig con su proclamación como presidenta del partido.

En la lista de deberes urgentes de la candidata Bonig está el diseño de su nueva ejecutiva. Fuentes de su entorno mantienen que la presidenta todavía no tiene cerrado el organigrama, pero ya hay cuestiones claras.

Una de ellas es la continuidad del actual núcleo duro de Bonig. La lideresa ya retocó la primera línea al poco de llegar a la presidencia, por lo que se esperan pocos cambios en las vicesecretarías. Su lugarteniente, la alicantina Eva Ortiz, seguirá siendo una de las piezas claves en un equipo donde Bonig premiará a quienes han estado con ella en los momentos difíciles. Y de estos ha habido varios. Bonig llegará triunfante al cónclave regional, pero ya con una mochila de penalidades a la espalda. Los casos de corrupción heredados de la etapa anterior y su política de mano dura contra los salpicados han creado muchas heridas en el partido. Bonig ha confesado en alguna ocasión que ha tenido momentos de flaqueza. Tuvo que sacrificar su relación con quien fue su principal valedora, la ya fallecida Rita Barberá, y mantenerse firme con los concejales del Ayuntamiento de Valencia. Gestionar el cambio de mentalidad en un partido que llevaba veinte años en la oposición y estaba acostumbrado a imponer su criterio político tampoco ha sido fácil.

En este contexto, cabe interpretar el modelo de partido que Bonig acabará de definir en el próximo congreso. Se da por hecho la renovación en las secretarías ejecutiva, conformada por un amplio listado de personas, ahora inactivas.

El actual organigrama se diseñó para un partido que gobernaba y Bonig piensa ahora e una estructura más ágil, acorde con su papel de oposición. En pocas palabras, una ejecutiva de batalla, pero al mismo tiempo preparada por si el PP vuelve a las instituciones. De ahí, el anuncio de montar una Escuela de Formación para formar a futuros cargos públicos.

A Bonig se le reprocha internamente que no ha sabido (o no ha querido) conformar equipos de confianza al uso; fieles que le hayan seguido desde que dio el salto a la política autonómica como consellera de Francisco Camps.

Pero Bonig concibe la lealtad en otros términos. En el tiempo que lleva de lideresa en la oposición sí ha tomado nota de quiénes, según sus parámetros, se han arremangado en los momentos difíciles y no se han quedado con los brazos caídos tanto en el grupo parlamentario como en los ayuntamientos. De este caladero pescará la lideresa para su ejecutiva.

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