En la Gran Mezquita de València están preocupados y molestos. Es la tercera vez que les han destrozado los cristales blindados del templo en los últimos años. «Imagínate que lo hicieran en tu casa, de madrugada, a pedradas. Pues esto es nuestra casa. Una casa sagrada, además», lamenta Hassan, miembro del templo. El ataque se produjo en la madrugada del sábado al domingo, en torno a las cuatro. Un fiel que dormía en el interior del templo se despertó al oír unos impactos estruendosos. Se asomó y vio cómo huían a la carrera un grupo de muchachos. No pudo identificar a nadie. Lo que sí vio fue las dos ventanas blindadas rotas y las enormes piedras que habían sido arrojadas por los atacantes.

Fuentes de la Gran Mezquita aseguraron ayer a este periódico que tienen la firme intención de denunciar los hechos ante la Policía cuando regrese de un viaje profesional el máximo responsable del templo islámico. «Es normal que lo denunciemos: la policía debe investigar qué ha ocurrido y estar pendiente para que no vuelva a suceder», explican.

Los afectados no saben si el ataque responde a una acción islamófoba o a un simple acto vandálico en el que juventud, alcohol y fiesta han sido tres ingredientes con mala mezcla. Aseguran que en los últimos tiempos no han notado un hostigamiento especial ni señales de acoso xenófobo en las inmediaciones de la Gran Mezquita. «Hay de todo: gente que respeta que cada uno adore lo que quiera, y otros que no», desliza Hassan.

Aparte del dispendio económico que ocasionan estos destrozos (los cristales blindados no son baratos, y actualmente no estaban asegurados, según el templo), el colectivo islámico que se asienta en la Gran Mezquita quiere que el hecho, de profunda relevancia para ellos, se dé a conocer. «Es importante que la sociedad lo conozca para que entre todos mejoremos la convivencia y seamos amables los unos con los otros», concluye Hassan.

El último Congreso de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas reveló que en 2015 aumentaron los actos islamófobos un 567% respecto al año anterior. Así lo reveló el informe de la Plataforma ciudadana contra la islamofobia, con sede en València. Desde el rechazo que sufren las mujeres con velo al que padecen los escolares musulmanes en el aula.