Hay pocas casualidades en un mercado laboral diseñado por los mismos hombres que han descargado en las mujeres su responsabilidad en los cuidados familiares. Si las mujeres sufren mayor precariedad en el trabajo, eso obedece a razones estructurales. Y ahora, un estudio de la Universitat de València radiografía la cuestión: cómo afecta a las mujeres más débiles ante el sistema laboral vivir solas y tener hijos a su cargo en la Comunitat Valenciana. La llamada monomarentalidad. Y los resultados son desoladores.

Las mujeres sin pareja y con hijos menores de seis años tienen una probabilidad mucho mayor de estar en paro o de padecer contratos temporales. Según escriben Sandra Obiol, Rafael Castelló e Immaculada Verdeguer en la revista Arxius de Ciències Socials, esta marginación laboral que repercute en el bienestar de las madres en solitario y sus hijos procede del rechazo del mercado laboral ante los costes derivados de tener hijos y criarlos en solitario. Esa situación la penaliza de manera severa. Y lo ilustran dos datos del estudio.

Primero, el paro. La probabilidad de estar parado es un 44,5 % superior para las mujeres sin pareja con hijos menores de 6 años. Solo ser inmigrante o estar separado se penaliza más. Y al contrario: las mujeres sin pareja y sin hijos tienen un 45 % menos probabilidades de caer en el paro.

El segundo factor que lastra a las madres en solitario es el de la temporalidad. Y los resultados demuestran que la variable con mayor efecto es la de ser mujer (un 128 % más probabilidades), y más aún las que se relacionan con la maternidad. En cambio, las mujeres sin pareja experimentan una reducción de la oportunidad relativa de trabajar a tiempo parcial. Vivir con pareja y tener hijos, pues, va hundiendo a las mujeres en la sima precaria del trabajo a tiempo parcial.

No extraña así el arranque del estudio: si el riesgo de pobreza o exclusión social es del 29 % en España, el porcentaje supera el 53 % en familias con una sola persona al frente y con hijos a su cargo. Y ese retrato tiene rostro de mujer: tres de cada cuatro hogares monoparentales son, en realidad, monomarentales. En la Comunitat Valenciana no es una situación marginal. Las mujeres monoparentales con hijos ascienden a 115.134. Las franjas más delicadas son las 27.000 madres valencianas en solitario con hijos menores de 6 años, y las 52.000 mujeres que crían solas a hijos de entre 6 y 16 años.

Lejos de los grandes salarios

Todavía hay un tercer perjuicio laboral para las familias monoparentales que pone de relieve este interesante estudio circunscrito a la realidad valenciana. Ya no es que caigan más en el paro y en los contratos a tiempo parcial. También es que se alejan en enormes proporciones de los sectores de actividad con salarios por encima de la media. Las oportunidades de trabajar en sectores bien pagados se reducen un 60 % por el hecho de ser mujer, confinadas en grandes proporciones a los sectores de restauración, comercio y Administración. Esa reducción de opciones de copar sectores mejor pagados supera en mucho la de las personas sin estudios, que es de un 38 % inferior a la media. Ahora bien: según el estudio, afecta más el hecho de ser mujer que el tipo de maternidad en la lejanía a estos salarios.

Ser familia monoparental va asociado a un mayor riesgo de caer en la pobreza porque el mercado de trabajo exige una dedicación absoluta al obviar las necesidades familiares y personales. Los autores precisan que no solo es una cuestión relativa al tipo de familia en la que se vive, sino de si la persona que está a la cabeza es mujer u hombre. «No tiene el mismo coste para hombres y mujeres optar por un tipo de familia u otro», concluye el informe.