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Análisis

La polarización dispara las alarmas en el socialismo valenciano

La certeza tras el intenso domingo es que no habrá victorias aplastantes y el día después será complejo - Muñoz, en la organización del congreso

La polarización dispara las alarmas en el socialismo valenciano

Si algo queda claro el día después del domingo de concentraciones de puño y rosa es que hay partido. No socialista, que también, sino disputa entre dos principales aspirantes a conquistar Ferraz: Susana Díaz y Pedro Sánchez (a Patxi López le queda resistir y esperar; apartarse a tiempo y dar libertad de voto a quienes le apoyen, o aliarse con uno de los dos). La campaña será frentista o propositiva -de momento, más bien lo primero-, pero no habrá la victoria por aclamación que un día la líder andaluza soñó.

A día de hoy, en clave valenciana, los pronósticos más certeros son que no habrá mayorías aplastantes, que quien pierda gozará de una bolsa de apoyos importante y que el día después será más complejo de gestionar que nunca. Porque resultados justos entre candidatos en las primarias los ha habido, pero nunca la polarización fue tanta.

El alcance del enfrentamiento -en las redes sociales especialmente- preocupa y de ahí las llamadas a un proceso constructivo.

Con una precampaña tan larga por delante (las primarias serán previsiblemente el 21 de mayo), el riesgo es que el día después quede poco por reconstruir en un territorio que Sánchez ha declarado prioritario. Cuestión de números: dado el censo socialista, la batalla se juega en Andalucía, la Comunitat Valenciana, Madrid y Cataluña.

Las primarias cerrarán una etapa, pero quedará el congreso federal, para el que se embastan y discuten ponencias que pueden quedar en papel mojado en función de los resultados. Y quedará más tarde (antes del verano, se desea) el cónclave valenciano, en el que se detectará el grado de sutura de la herida valenciana, que por ahora no toca al líder del PSPV, Ximo Puig, protegido por la presidencia de la Generalitat, un logro demasiado anhelado como para dañarlo o como para que acusen a algunos de deteriorarlo.

De momento, Díaz atrajo el domingo a su acto de proclamación en Madrid a un millar de valencianos, con Puig a la cabeza junto a una representación nutrida de su ejecutiva. Una exhibición de fuerza indudable.

Pero el discurso emocional (y de fácil digestión) de Pedro Sánchez, asentado en unas pocas, sencillas y discutibles dicotomías (la izquierda contra la derecha, la militancia contra las elites, el partido del siglo XXI y el del XX) se demuestra efectivo.

Cargos socialistas admiten que congregar a 3.000 personas solo con el apoyo orgánico de la cúpula provincial valenciana no es fácil, aunque a continuación deslicen que muchos de los rostros son desconocidos para veteranos del partido: ¿sanchistas en ruta desde otras federaciones, simpatizantes que no votan o militancia dormida? La última opción es la más preocupante.

Y, de momento, Blanqueries se coloca en el comité organizador del congreso y las primarias. Su enviado en la gestora, José Muñoz, será también uno de los cinco miembros del citado órgano.

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