Quizás el de ayer fue uno de los discursos más sentidos y reivindicativos de la presidenta del PPCV, Isabel Bonig. Motivos tenía. Clausuraba ante cientos de militantes y del líder nacional del PP, Mariano Rajoy, un congreso regional por el que ella y muchos de los que están a su lado habrían firmado con los ojos cerrados hace dos años cuando lo peor estaba por llegar: el destierro a la oposición y la tormenta de la corrupción.

Por eso ayer, bendecida por las bases y cuando se ve más cerca de reconquistar la Generalitat, Bonig recordó a Rajoy que algo le debe despúes de entregarle cerca de 900.000 votos en las últimas elecciones generales: «Entonces te dije que estaríamos a tu lado y, ahora, desde la lealtad, te pido solo una cosa: justicia con esta tierra», lanzó la lideresa durante su intervención en la clausura del XIV Congreso Regional ante un impasible Rajoy sentado en primera fila. «Esta tierra necesita unión y vertebración, un Gobierno que la valore con financiación, agua e inversiones porque cada euro que se invierte, se devuelve con creces», añadió para acabar advirtiendo de que, sólo con este cariño del Gobierno central, se podrá evitar que el independentismo de Cataluña se «contagie» a la Comunitat.

Pero tanto la petición de la lideresa como sus argumentos tropezaron ayer con un presidente Rajoy que se limitó a cubrir el expediente y que se mostró especialmente distante. Ni se molestó en contestar a Bonig más allá de prometer «más recursos» para el Corredor Mediterráneo, que «estará listo esta legislatura».

La frialdad del presidente del Gobierno llega en un contexto concreto. Esta misma semana Rajoy viajó a Cataluña, donde ante empresarios y sociedad civil prometió una lluvia de millones en inversiones para cercanías al tiempo que, hasta ahora, ha ignorado las peticiones del Consell de Puig.

Rajoy tuvo ayer la ocasión de enmendar el agravio, al menos de palabra, pero no lo hizo y se limitó a poner en valor los fondos del FLA inyectados a las comunidades autónomas que, como la valenciana, tenían problemas para pagar a sus proveedores. Además, como si quisiera ponerse la venda antes de la herida, advirtió de que «hay que atender a todos y existen ciudades que no que no tienen un tren de alta velocidad como Galicia y el País Vasco». Los presupuestos del Estado podrían recibir en breve el visto bueno del Congreso.

Y es que aunque Rajoy accedió a estar en València para bendecir a Bonig, se limitó a cubrir el expediente. Hasta su tono fue desapasionado cuando recordó a la fallecida exalcaldesa de València, Rita Barberá, de la que dijo: «Nos acompañará siempre y nunca nos abandonará». Lejos han quedado aquellas intervenciones en las que Rajoy unía su destino a los dirigentes valencianos: aquel «Paco (Camps), siempre estaré a tu lado». El expresidente de la Generalitat, Alberto Fabra, también sufrió la frialdad de Rajoy (Cospedal el sábado por primera vez reconoció su papel) y Bonig parece abocada a una relación poco más que correcta con el presidente.

Y es que si Bonig se ha esforzado por romper con el pasado de los casos de corrupción tras admitir errores, Rajoy directamente prefiere elevarse y no darse por aludido, como ayer hizo: «Habéis superado los momentos difíciles, reconocido y corregido errores», apuntó Rajoy, como si los asuntos turbios fueran cosa sólo del PP en la Comunitat Valenciana.

Con todo, Rajoy felicitó a Bonig: «Isabel, has trabajado muy bien en momentos de dificultad y no vale todo el mundo para esos momentos». Aseguró que el PP está preparado para dar la batalla y gobernar en la Generalitat y en los ayuntamientos porque el mejor salvoconducto es que tiene el apoyo de la mayoría. En un cuarto de siglo el PPCV no ha perdido las elecciones en la Comunitat». Su receta a Bonig fue la siguiente: «pensar en grande, escuchar, elevarse, unir, integrar y trabajar. Así se gana».

Para la dirección regional, no obstante, la presencia de Rajoy y Cospedal es signo equívoco de respaldo y que el objetivo de dar una imagen de unidad se ha cumplido.

En su día grande, Bonig insistió en que con este congreso se «cierra un capítulo y se abre otro con nuevos rostros, con el reconocimiento tanto de los errores, como de los éxitos del pasado». Como ya hizo al día anterior, la lideresa saldó cuentas en público con la exalcaldesa: «Hay que reconocer la labor y trayectoria de una persona que defendió esta ciudad como nadie, fue una pieza clave, que defendió los derechos de la mujer y le puso pasión a la vida», indicó, arrancando los aplausos de los asistentes. Dicho esto, Bonig se centró en su proyecto para ganar la elecciones que, según adelantó, se basará en dos ejes: «La justicia social y la emancipación: frente al adoctrinamiento de la izquierda está la libertad política, social y económica», añadió.

La lideresa reivindicó el derecho del PP a ser escuchado y acusó a la izquierda de evitar la confrontación de ideas y de sembrar el odio en los dos años de gobierno. En su opinión, el PPCV debe vincular su historia con la de los valencianos, un relato, explicó, en el que se muestre el respeto a la Constitución y el Estatuto sobre la base de que estas normas «no crearon nuestra identidad y nuestro autogobierno, porque ya existía». Habló de un valencianismo integrador y no de confrontación, una propuesta que contrasta con una ponencia política más cercana al blaverismo.

Lo que también dejó claro ayer Bonig es que su rival no es el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, sino la vicepresidenta Mónica Oltra. El socialista ha sido ignorado por los populares en este congreso y es a Oltra a quien Bonig se dirigió desde la tribuna: «Necesitamos un gobernante que no se ocupe del mundo ni de la salvación, sino de los problemas de los valencianos, que vaya a Madrid a pedir más inversiones, no a exportar odio ni hablar mal de la gente a la que gobierna», soltó.