? Probablemente no sea la inversión más productiva. O quizá sí, pero de momento y por mucho tiempo nadie lo sabrá: la cárcel de Siete Aguas, oficialmente Valencia-II, seguirá siendo durante muchos meses un acumulado de cubículos abandonados junto a una Zona de Especial Protección para las Aves, que están retomando su espacio ante la falta de actividad constructora. La Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios (Siepsa) no tiene prisa. Todos caben en Picassent; por el momento. El presupuesto de la cárcel se ha disparado a 116 millones de euros, aunque cualquiera sabe qué costará cuando acaben las obras; si terminan. Resulta difícil fiarse de lo que aparece en los Presupuestos Generales del Estado si el Gobierno dice sin sonrojo que las obras empezaron en 2015 y finalizarán en 2020 cuando el primer parón data ya de 2012. O cuando afirma que la inversión prevista en 2016 era de 313.000 euros, pero que este año gastará 28.1 millones de euros; 49,9 en 2018, 23,4 en 2019 y todavía 12,9 en 2020. Claro que si no llega a tiempo siempre quedará el recurso de los indultos. Otro ejemplo claro de dejadez es la variante de la Font de la Figuera, donde los camiones siguen sufriendo siniestros y el número de víctimas de accidentes de tráfico no paran de crecer. Las obras para conectar A-33 y la A-31 comenzaron en agosto de 2008. Debían estar terminadas en 2011, pero el presupuesto que ayer entró en el Congreso de los Diputados prevé que este año avance un poco con 13 millones de euros, 21 el año que viene y finalmente otros 22 en 2020.