«Solía navegar con su mujer o quedaba con ella, comían en Alcanar en un restaurante que les gustaba mucho o en algún otro lugar de la costa y luego él volvía en barco, la dejaba en algún sitio y ella volvía andando o en un coche», explicaba ayer Juan Valero de Palma, abogado como Francisco y actual secretario del Club de Encuentro Manuel Broseta. «Me lo contó en una ocasión: era como una especie de rutina o guión que por lo visto hacían con frecuencia en fin de semana», explicó el también Secretario General de la Acequia Real del Júcar.

El sábado volvieron a comer juntos, aunque ella e quedó en el muelle, esperando, hasta que le venció la preocupación y decidió presentar una denuncia.

«Su padre tenia una garlera en la calle Comedias, explica Juan Valero de Palma; le interesaba mucho el barrio y sus gentes. Incluso vivía allí.

La imagen de Valencia

Como abogado, fue pionero y activo defensor del arbitraje como solución a los conflictos. «Defendía mucho la imagen de València. Le molestaba que se identificara a València con la corrupción, pensaba que era un drama, un desastre para todos los valencianos y que no era justo», añadió. «Era alguien que quizá por su carácter tolerante y abierto no caía mal a nadie», añadió.

Francisco Puchol-Quixal ha sido un abogado preocupado por los derechos fundamentales que ha intervenido en multitud de iniciativas ciudadanas en pro de la defensa de la participación social y la democracia. En febrero fue nombrado adjunto a la presidencia del Colegio Penal Internacional durante la asamblea general organizada en València.

Puchol-Quixal ha sido secretario del capítulo español de la Unión Internacional de Abogados y presidente de honor de la Comisión del Mediterráneo de la Federación del Colegio de Abogados de Europa e impulsor de la mediación y el arbitraje como método alternativo de resolución de conflictos. Hace poco más de un año recibió la medalla al Mérito de la Abogacía, que le fue concedida durante el último pleno del Consejo General de la Abogacía Española de 2015.

Desde 1997 estaba al frente del despacho Puchol-Quixal, que tiene su origen en la colaboración profesional del equipo liderado por él en la Comunitat Valenciana con el despacho fundado a principios de los años setenta por los abogados y profesores universitarios Manuel y Rafael Jiménez de Parga Cabrera. El despacho creció sobre la base de prestar a sus clientes una amplia gama de servicios jurídicos, combinando el ejercicio de la abogacía con el estudio del Derecho.

Comprometido

El jurista valenciano fue uno de los ocho fundadores y presidente del Club de Encuentro Manuel Broseta, que presidió entre entre 2000 y 2014. El club, creado en 1984, es un foro de encuentro, debate y reflexión para fomentar la participación activa en la vida pública de los miembros y simpatizantes desde su propia ideología política.

Pese a su larga trayectoria al frente de esta institución, el abogado supo quedar en un segundo plano cuando dejó la presidencia. «Colaboraba si se lo pedías -asegura Juan Valero de Palma-, pero tuvo la elegancia de dejarle su propio espacio a la nueva presidencia y a la nueva junta. Entendía que si seguía yendo al día siguiente de salir del club iba a mantener un protagonismo del que huía», añadió.

«Hoy -por ayer-teníamos una conferencia el padre Ángel García Rodríguez, fundador de Mensajeros de la Paz, y me llevé la alegría de ver que se había apuntado para venir. Lo cierto es que estoy muy afectado», concluyó. El acto fue suspendido en cuanto trascendió la muerte de Francisco Pucho-Quixal.

Fruto de su intensa preocupación por las causas benéficas, era secretario de la Fundación Valenciana para la Neurorehabilitación (Funave). El colectivo es una fundación que busca mejorar la calidad de vida de niños y adolescentes con parálisis cerebral y patologías afines.

La fundación ofrece tratamientos neurorehabilitadores a menores que tienen sus capacidades motoras limitadas a causa de determinadas patologías, lesiones o secuelas. Son niños generalmente afectados por parálisis cerebral infantil.

«Siempre que estaba en un sitio lo hacia de forma comprometida. Le gustaba movilizar a las personas y a las instituciones con las que colaboraba», concluyó Juan Valero de Palma, que lamentó la pérdida de Francisco Puchol-Quixal.