El arzobispo de València, Antonio Cañizares, salió ayer en defensa de la educación impartida en los centros católicos mediante una carta pastoral en la que llega a pregonar el valor de la evangelización por encima de la «pura enseñanza». Cañizares sale así al paso ante las políticas educativas del conseller Vicent Marzà, que sus más fieles seguidores consideran agresivas contra los colegios concertados de tradición católica. De hecho, el arzobispo llega a comparar en su escrito la situación actual con el «exilio cultural» vivido por «las primeras comunidades cristianas en el mundo pagano o judío».

Ante las nuevas medidas tomadas por la Conselleria de Educación, Cañizares replica que «a medida que los colegios han entrado en una reglamentación oficial y profesional cada vez más minuciosa y exigente tenemos el peligro de dejarnos absorber por el trabajo de la pura enseñanza, o de la atención a las exigencias de reglamentación y de formación cultural de los alumnos». «Nadie puede obligar a la escuela católica, de la que los padres esperan una educación propia y por ello la han elegido en libertad, a aceptar tales imposiciones, si no es vulnerando el derecho de la libertad de enseñanza y a la libertad religiosa», insiste.

Por ello, además de «ofrecer máxima calidad de enseñanza y máximo rigor», el arzobispo apela a que «ante todo, hemos de buscar que nuestra presencia sea eminentemente evangelizadora». De este modo, realiza un llamamiento a que los centros recuerden su vinculación cristiana que, según añade, «debería notarse y reflejarse en una humanidad nueva, en una verdadera transformación social y cultural».

Ánimo a los educadores

Asimismo, Cañizares animó a todos los miembros de la comunidad educativa católica a continuar con su labor «tan fundamental para la misión de la Iglesia y para la vida de la sociedad». «A cuantos estáis entregados con tanto esfuerzo como fe, os digo: no ocultéis la luz cristiana en vuestros colegios, en vuestras clases, en vuestras labores, en vuestras relaciones en el claustro y con los padres, con la sociedad, con los alumnos. Los educadores no pueden dejar su fe al lado, como si no tuviera que ver, por ejemplo, con las ciencias, las lenguas, las matemáticas, la historia o el deporte», les reclamó.