Empezó como un parche improvisado, allá por 2013 bajo la Administración del PP y con Alfonso Rus como uno de sus artífices, y ya se ha convertido en un programa clave del colchón social: alimentar en verano a los niños cuyos hogares no pueden asegurarles una alimentación básica. La Generalitat lanzó ayer un programa de 1,5 millones de euros para abrir comedores estivales para suplir el final del curso escolar y el consiguiente cierre de los centros educativos y sus comedores.

La convocatoria ofrece ayudas económicas a todos los ayuntamientos de la Comunitat Valenciana que realicen un programa de atención de necesidades e inclusión social a menores y sus familias. Recibirán hasta un máximo de 8,5 euros diarios por menor atendido: 5,5 euros para sufragar las necesidades básicas de alimentación (una comida principal y al menos otra adicional, desayuno o merienda) y otros tres euros para pagar las actividades complementarias de tiempo libre, sociales, culturales, recreativas, cívicas y educativas.

La condición es que el programa municipal atienda al menos a 20 menores. Para los que no lleguen a esa cifra de alumnos atendidos, la Diputación de València abrirá otra línea como ya ha hecho en los últimos veranos. Su prioridad será subvencionar a los pueblos más pequeños y permitirles impulsar un programa de este tipo. El año pasado, la corporación provincial invirtió 653.000 euros en esta cuestión.

Ocio para evitar el estigma

Se trata no solo de dar un plato caliente durante los meses de julio y agosto, sino también de ofrecer actividades. Primero, para que el programa no estigmatice a los menores: no van únicamente a por comida. Y segundo, porque así sus padres, con dificultades económicos, pueden aprovechar ese tiempo para trabajar o buscar empleo sin haber de preocuparse de qué hacen con sus hijos.

El programa de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, que da diez días hábiles a los ayuntamientos para solicitar ayuda, incrementa su dotación respecto al año pasado al pasar de 1,26 millones de euros a 1,5. «Los ayuntamientos nos trasladaron que hacía falta ampliar el programa», explican fuentes de la vicepresidencia que dirige Mónica Oltra. Se prevén más de un centenar de municipios.

Indicadores preocupantes

La delicada situación de la infancia en la Comunitat Valenciana ha sido objeto de crítica por organizaciones como Save the Children. Los niños que viven en hogares en riesgo de pobreza o exclusión social ascienden al 37,7 % del total en la Comunitat Valenciana, según datos Eurostat correspondientes a 2015. Son 337.000 niños. Uno de cada diez menores valencianos sufren privación material severa: casi 90.000 niños. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, la franja más golpeada por la pobreza es la de niños de 6 a 11 años (con el 29 % de pobreza relativa) y el grupo de menores de 12 a 17 años (con el 36 % de ellos acechados por la pobreza relativa).

La escasez material que ha dejado como una estela casi diez años de crisis muestra el desigual riesgo de caer en la pobreza que tienen los menores en función del tipo de hogar en el que se encuentren. Destacan dos perfiles por encima de todos. El 50% de los niños que viven en hogares monoparentales (con solo una madre o un padre) está en riesgo de pobreza o exclusión social. Solo son superados por otro perfil: las familias en las que al menos uno de los progenitores es de origen extranjero. En este caso, el 65 % de los menores está amenazado por la pobreza y la exclusión.