Los cerebros de la trama de políticos, empresarios y técnicos de la administración que saquearon la empresa pública Emarsa buscaron a un experto en «sobrefacturación» para el desvío de 11 millones de euros del tratamiento de lodos. Este personaje, que estuvo fugado seis años y que fue detenido en Moldavia, se encuentra en prisión y ayer declaró como acusado en el juicio por el fraude en la depuradora de Pinedo.

Jorge Ignacio Roca Samper confirmó el modus operandi de la red corrupta y se que consideró un mero «instrumento». «Yo no sé nada de lodos, mi única preocupación era pagar las comisiones», llegó a explicar ante la sala a preguntas de la Fiscalía.

Tal era su preocupación por satisfacer los pagos a quienes presuntamente se beneficiaron del dinero desviado que en una ocasión les abonó con dinero que había cobrado de la venta de 1.000 taxis en Pakistán. Fue una operación que realizó a través de otras empresas de su grupo pero la cantidad de esa transacción terminó en una cuenta de Andorra de la que fue extraída «a través de tarjetas de crédito» que utilizaron algunos de los principales imputados, según reveló la fiscal del caso. Roca quiso quitarle hierro al asunto y definió la operación como una «coincidencia» porque «tenía una caja única» para sus operaciones. Cabe recordar que en esta venta estaba también implicado el empresario acusado en el caso Emarsa José Luis Sena.

La empresas de Roca se utilizaban como pantalla para cobrar la sobrefacturación y pagar a Adobs Organics, la firma que realmente hacía los trabajos. «Necesitaban sobrefacturar y yo les ayudo. Repartía ese dinero y mi comisión la recibía en el IVA porque cobraba al 16 % cuando tenía que ser al 6 %», afirmó.

El empresario ahora investigado explicó que tenía empresas en Panamá, Malta y Andorra. Desde este último país es desde donde reconoció el acusado que se extraía en metálico el dinero para pagar las comisiones a las personas implicadas en València. Esa operativa se realizó entre 2005 y 2007 hasta unas modificaciones legales y la presión policial en las carreteras que se pasó a la operación de los cajeros automáticos. «Entregué cuatro sobres con tres tarjetas de crédito cada uno y sus correspondientes números pin», declaró.

Según Roca, un testigo del caso que la Audiencia Provincial no estimó procesar pese a las peticiones de la Fiscalía, Joan Borràs, «era su interlocutor en la planta». «Yo le entregaba las facturas -de las empresas ficticias que nunca trabajaron en Emarsa- a Borràs, Esteban Cuesta o Enrique Arnal», declaró. El empresario encarcelado aseguró desconocer para qué acusados era el dinero y sólo señaló al empresario José Luis Sena. «Alguna vez bajé a Valencia a entregar dinero a José Luis Sena, pero habitualmente lo entregaba Borrás o alguno de sus trabajadores», manifestó.

Roca defendió que no había estado en Emarsa y que desconocía que era una empresa pública.