"Sorprendida y bastante dolida con todo lo que se está diciendo porque no es cierto". Así se mostraba ayer Paciencia Mansogo, una de las jóvenes que, durante más de veinte años residió en el Centro de Acogida de la Resurrección de Segorbe. Un centro que, desde la semana pasada, está en el punto de mira porque la Conselleria de Igualdad y políticas inclusivas ha llevado a cabo el traslado de los 18 menores que allí residían tras atender un informe de inspección en el que se recogían "indicios de maltrato, duchas frías en pleno invierno, comida caducada y deficiencias en el centro". Toda una serie de irregularidades que ayer, esta joven desmentía tajantemente a Levante de Castelló, afirmando "no dar crédito" y solo tener palabras de agradecimiento y cariño hacia la que durante mucho tiempo fue su casa.

Y es que, hace 23 años Paciencia llegó a España y convirtió desde entonces este centro en su hogar y a sus residentes en su gran familia. De la mano de las Terciarias Capuchinas, esta joven actualmente dedicada a la enfermería, viajó desde Guinea Ecuatorial por problemas de salud con el fin de recibir tratamiento. "He pasado toda mi infancia en Segorbe, en esa casa donde me he sentido de lo más feliz, donde han cubierto todas mis necesidades, tanto a nivel material, como físico y emocional", afirmaba Paciencia quien apuntaba que siempre ha sido tratada con "respeto, cariño y amor por parte de las hermanas y todo el equipo educativo". Es por ello, que escuchar lo que está saliendo y ver cómo se están sacando las cosas de contexto resulta de todo menos aceptable. "Se están diciendo cosas aberrantes, que faltan a la verdad, y no se pueden hacer así las cosas. Por lo menos, el proceso podía haber sido de otra manera, no como lo han hecho. Si estamos tratando de educar una sociedad es totalmente despreciable cómo han actuado", afirmó la joven. Paciencia tachó de "aberrantes" los comentarios, "porque las cosas fuera de contexto faltan a la verdad". "Si se detecta una deficiencia la cuestión es hablar las cosas y poder solucionarlo, no hacerlo así porque estas personas llevan muchos años dedicándose a los demás", puntualizó.

Rodeada de recuerdos positivos como las tardes de juego, las excursiones en familia, los preparativos de las fiestas Paciencia solo tiene palabras de agradecimiento por la labor que, con ella, al igual que con muchos compañeros, las Hermanas han realizado para que actualmente tenga unos estudios, una formación y un trabajo. "Solo puedo que estar agradecida, soy una vida salvada de mi país. Hoy formo parte de esta sociedad gracias a que personas al servicio de los demás están dispuestas a ayudar a los necesitados sin esperar nada a cambio y no tengo grandes logros, pero gracias a ese ambiente vivido en el centro enriquecido en valores humanos, intento ser mejor persona", puntualizó.

Por su parte, Cristian afirmaba ayer haberse quedado "en shock" al ver en los medios la noticia. Residió en Segorbe por problemas familiares durante 8 años y afirmó "jamás haber recibido maltrato". "Nunca nos pusieron la mano encima, al revés. Recibíamos castigos, como de tener que irnos antes a la cama, no poder salir un fin de semana por habernos portado mal o quedarnos sin paga, los típicos castigos por conducta, pero de ahí a lo que se está diciendo, nada que ver", explica. Asimismo, el joven mostró sus dudas sobre el tema de la comida caducada y afirmó no haber pasado hambre apuntando que, además, "es algo que se contradice: los educadores no van a dar comida en mal estado cuando ellos mismos comen también esta comida". Para Cristian, los inicios de su estancia en el centro fueron duros, pero por su situación personal, pero la experiencia de estar allí fue única y muy positiva".