La corneta, la bandera, el viva España. Las guerreras con galones, el bastón empuñado por el militar de mayor rango, y las fajas: la roja, que curiosamente se ata a la izquierda, para los generales; la azul, que se anuda a la derecha, para los diplomados de Estado mayor. La escenografía varía muy poco y quizá en esa repetición uniformada resida el magnetismo y la fascinación que el acto despierta en los turistas y curiosos que ayer seguían la parada militar ante la sede de la antigua Capitanía General de València. Era el acto previo (con banda, con tres batallones, con himno) a la toma de posesión del teniente general Francisco José Gan Pampols como nueva máxima autoridad militar de la Comunitat Valenciana. Formalmente, ya es el nuevo jefe del Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad y el máximo responsable de la base militar de Bétera, junto al personal aliado, como jefe del Cuartel General de Despliegue Rápido de la OTAN. ¿Grande? «Para hacer cosas grandes hay que pensar en grande». La frase es una lección de Alejandro Magno que ayer quiso rescatar el general Gan en una breve conversación con los periodistas poco antes de jurar el cargo. Pero es una reflexión que sirve, dijo, para todos los campos: pensar en grande. Ello no obsta para que confiese el «respeto» con el que afronta el cargo: «Lo nuevo no llama a la osadía; llama a la prudencia, pero con muchas ganas», afirma.

Parece una lección extraída de la montaña, donde el general Gan Pampols se ha labrado una trayectoria mítica: fue el primer español en alcanzar los tres polos (Norte, Sur y Everest) y el quinto hombre del mundo en alcanzar esa hazaña. Ahora se enfrenta a otro reto: «Esto es más de un ochomil militar», responde el general Gan.

El cuartel general del que tomó ayer posesión, dijo, es especial en España. «Es el único cuartel general de nivel operacional que existe y lo que se hace desde aquí tiene una trascendencia enorme. Porque repercute en el prestigio nacional en el ámbito internacional».

Gan, licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, sabe que llega en tiempos revueltos para la geopolítica y para la Alianza Atlántica, y no solo por Donald Trump. «El mundo ahora es volátil, incierto, complejo y ambiguo. Y la OTAN se reinventa, se orienta a 360 grados. No hay amenazas unidireccionales; los riesgos y las amenazas son globales».

Una de ellas es el yihadismo. Pero Gan, que proviene de dirigir el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas, prefiere rebajar la alarma. España, dijo, no está a salvo, «pero sí está mejor preparada porque aprendió, de una forma muy traumática, el modelo de coordinación entre cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y entre todos los elementos capaces de realizar una acción conjunta frente a ese fenómeno terrible que es el yihadismo. Nadie está a salvo, pero quizá nosotros se lo ponemos más difícil que otros», manifestó.

El consejo de Napoleón

El de la toma de posesión es un día para el esplendor, el boato castrense y los altos mandos. El soldado raso queda en el cuartel o en la penumbra del quinto plano, fuera ya de foco. Soldado como fue su padre, para el que tuvo unas palabras en su discurso: «Un viejo soldado de infantería, mi ejemplo y mi guía, y que está disfrutando de este acto desde el cielo con mi madre, donde su amor y bonhomía a buen seguro les condujo». Y el general Gan, ¿qué le diría al soldado que ahora empieza? «Que lleva el bastón de mariscal en su mochila, como decía Napoleón. Todo lo que quiera ser lo puede hacer. Por promoción interna puede convertirse en oficial, en suboficial, pasar a tropa permanente, especializarse o aprender idiomas». Pensar en grande para cosas grandes.